LA LONGANIZA
Si te dijera que mi pueblo dista 14 kilogramos del tuyo, me
corregirías con impaciencia.
–Querrás decir kilómetros, –dirías– y además te equivocas porque son 17, ni uno más
ni uno menos…
Seguramente me encogería de hombros y cambiaría
de tema.
–¡Qué calentura! Hace al menos 33 kilovatios
a la sombra.
Dada la poca gracia que te hacen mis
desvaríos, ya me mirarías con mala cara.
–A lo mejor hasta hace más porque el sol debe
haberte sentado mal. ¿Qué te pasa? ¿No puedes hablar con propiedad? ¿Estás
borracha?
–Hace cuatro horas me tomé un café… no he
bebido nada en todo el día, –te respondería con la conciencia muy tranquila.
–¿Y bien?
–¿Por qué sabemos que fue hace cuatro horas?
–Cada vez eres más estúpida. Estate pendiente
porque voy a explicártelo como a las nenas pequeñas: han pasado 4 horas porque la manilla corta
del reloj ha avanzado cuatro espacios horarios, y si al tomarte tú el café
era la 1, ahora son las 5.
Si me atreviera me reiría en tu cara. Siendo
las cosas como son, me limitaría a mirar hacia otro lado.
–¿A qué viene esta mueca? ¿No me has
comprendido?
Alguien colocó esa longaniza alrededor de un
círculo y su mecanismo -ingenioso en sus principios y diabólico en la actualidad
porque rige nuestras acciones, viajes, sueños y hasta nuestras vidas- va
comiendo mordisco a mordisco 60 cachitos de la longaniza hasta que el
avance de un indicador más corto nos
avisa de que ‘ha pasado’ una hora. Acto seguido, el largilucho vuelve a comerse
la misma longaniza y más le vale no detenerse nunca al igual que la manilla
corta, porque si eso ocurre, si el tiempo mismo se detiene –en nuestra
imaginación o por pararse el pulso que nos riega por dentro– nos entra el
pánico de no seguir viviendo la merienda permanente de la longaniza invisible
mordisqueada por aquello que llamamos tiempo.
No, no podría contarte todo esto sin exponerme
a las consecuencias de tu desprecio y enfado. Más me vale empezar a cocinar
porque se acerca la hora de la cena. No vaya a ser que entres por la puerta de atrás y
me encuentres pensativa y comiéndome una longaniza de verdad.
jajajaj impensada la culminación de la reflexiva entrada! jajajaa...tanto el tiempo como las prioridades personales son relativas...sobretodo cuando el hambre aprieta y es la hora de cenar! jejejee
ResponderEliminarPara aquellos que piensan que el reloj es redondo con manecillas, resulta imposible imaginarse una longaniza, yo me la comería curadita a 72 mordiscos, nada de 60,y ya estaba armada. De aquí a la playa hay cincuenta o vete a saber, pedaladas o volteretas, depende.
ResponderEliminarSí señora, mala cosa meter el tiempo en cintura, medirlo todo al dedillo, la cintura del tiempo es infinita, necesita hacer régimen, o por el contrario, estrecha y chupada. Nada como la imaginación para jugar con el tiempo, hacerle cosquillas, llora o ríe. Besito muy contento por tu relato, que aproveche la longaniza.
Yo no lo hubiera explicado mejor, una longaniza y sesenta trozitos, genial. Quizás si lo entendiéramos así no nos preocuparía tanto el tiempo.
ResponderEliminarDivertido e instructivo relato
Un abrazo
Yo ya me veo formando el círculo con la longaniza y haciendo unos cortes que marquen las horas jajaja
ResponderEliminarNos empeñamos en contar, medir, todo con exactitud milimétrica, un nombre para cada cosa y a cada cosa su nombre...cada vez dejamos menos margen a la creatividad y a la libertad.
Besos
jajaja... muy divertido relato, la verdad tienes mucha imaginación y nunca se me habia imaginado algo así
ResponderEliminarRelato realmente imaginativo.
ResponderEliminarPor cierto, he vuelto al principio del relato y he entendido esa referencia a los kilográmos de las primeras líneas. Si el equivalente a las horas se mide comiendo longaniza, es lógico que las horas acaben midiéndose por kilos... ;)))
Un abrazo,
Ramón Alcaraz
Todas, absolutamente todas las medidas, son simples convenciones que el hombre se ha otorgado para poder mensurar las distintas magnitudes y hacerlas en cierta forma, comprensibles. El tiempo no es una excepción a esta norma. Eso sí, jamás se me habría ocurrido el tema de la longaniza y sus sesenta porciones.
ResponderEliminarRelato divertido que relativiza la importancia del tiempo.
Un fuerte abrazo.
Pero que agobio medir todo hasta las palabras, no poder expresar lo que uno quiere, ni siquiera contar el tiempo como se le antoje. Al final decide cocinar en lugar de comerse ese reloj-longaniza, casi mejor lo que le faltaba era que la encontrar comiendo minutos, horas...
ResponderEliminarUna texto muy original.
Besos.
Muy jocoso u original la forma que se utiliza la medida del tiempo. Me has arrancado una risa con tu delirante aporte. Gracias,besos
ResponderEliminarAdemás de todos los comentarios anteriores, ahí está la situación de la mujer. Siempre a la sombra del hombre, ellos son los únicos que pueden tener la suficiente autoridad para establecer axiomas, principios, verdades y sentencias juiciosas; nosotras estamos para secundarlas y continuarlas.
ResponderEliminarMe ha gustado la explicación de esta medida del tiempo elaborada por el hombre y por tanto, totalmente artificial y como una persona que piensa algo diferente, ante la mayoría, es apartada.
Un saludo
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EliminarGracias por tu comentario. Casi pensé que ese segundo plano del relato no había quedado comprensible. Además hay un tercer plano: el que el hombre no se entera del crecimiento interior de la mujer que él cree dominar.
Eliminarun gran abrazo.
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EliminarJaja que cómico entrar y verte pensativa. Jaja.... Me hizo gracia el final. Un beso
ResponderEliminarQué genialidad para explicar el paso del tiempo!!!
ResponderEliminarTu relato me divirtió mucho!!!
Un abrazo enorme!!!
Gracias a todos y todas por leer mi 'relato' y dejar un comentario. Perdonadme que no deje comentarios en vuestros blogs pero sigo estando de viaje y no tengo la misma comodidad para acceder a la red de redes...
ResponderEliminarUn beso.
Querida Dorotea: tiempo hace que no te leo. Y que me permita decir ese señor del relato, que a mi me parece mucho, demasiado, siglos!!!!
ResponderEliminarAlgo que me hace gracia en España y en Argentina, es cuando al preguntar por un sitio, responden que queda por ej. a 30 minutos. Cómo saben cuánto tiempo me llevará hacer 20 cuadras o 10 kilómetros, o lo que sea? ;)
Besos y sigue tu viaje y disfruta, que es lo mejor de la vida y el tiempo mejo aprovechado!!!!
Es tiempo de olvidar la dieta jajajajaja, que bien huele tu reloj y que modo tan fantastico de medir la vida.
ResponderEliminarUn beso