- El fenómeno Jane Austen
- Una heroína imperfecta
- ¿Novela de formación o trama paternal-amorosa?
- Trabajo, salud, moral y otros asuntos
- Sinopsis de la novela
- ‘Marketing’ a través de las portadas de Emma
El fenómeno Jane Austen
Esta típica casa de la Inglaterra del
siglo XVIII no es la mansión Hartfield de los Woodhouse donde la caprichosa y
simpática Emma, reina indiscutible
del círculo social de Highbury, cuida
a su padre enfermizo y se entretiene buscando –sin gran acierto– marido a su
amiga Harriet Smith.
Es la vicaría de Steventon donde el 16 de
Diciembre de 1775 nació Jane Austen, hija del Reverendo George Austen, destinada a
convertirse en una escritora clásica de la lengua inglesa y referente de la literatura mundial
imprescindible para la comprensión de su época. Una posición mantenida a través
de dos siglos gracias a seis novelas no muy extensas, cuatro de ellas
publicadas con el pseudónimo de ‘un
autor’ para no dar pistas acerca de su identidad y, sobre todo, de su sexo, ya
que en aquellas fechas no estaba bien visto que una mujer escribiese. Al poco
tiempo de morir la autora, su hermano James se encargó de que sus últimas dos
novelas, Persuasión y La Abadía de Northanger, se publicaran
como obra de su hermana Jane Austen.
Desde 1833 sus libros no han estado
descatalogados; sus incontables seguidores son en su mayoría mujeres que se
identifican incluso hoy día con la inteligente Elizabeth, la sensible Marianne
y su juiciosa hermana Elinor, la
abnegada Ann, la cariñosa Fanny, quizás incluso con la imaginativa Catherine y –¿cómo no?– con la
entrometida Emma.
Sabiendo que sus historias
acaban con final feliz, conociendo los personajes –incluso los secundarios–
como si de familiares se tratara, seguimos leyendo y releyendo a Jane Austen, celebramos cada nueva
versión audiovisual, criticamos o alabamos las secuelas –más o menos logradas–
de sus inimitables creaciones… Los expertos investigan temas como el trasfondo
médico de los malestares –¿imaginarios?– de Mr. Woodhouse, o indagan en
las relaciones paternal-amorosas que puede haber entre los personajes de Emma.
Incluso Google –de quien nadie sabe si es señor o señora– felicita a Jane en su
cumpleaños con un fondo para la página de búsqueda…
Hay quien se acerca a su obra receloso y
suspicaz como el crítico literario Deresiewisc quien partió de la
premisa de que en Austen “La historia
parece consistir tan solo en gran cantidad de chismorreos entre un grupo de
personajes cotidianos, habitantes de un pueblo de la campiña. No hay grandes
acontecimientos, no hay temas de envergadura, e –inexplicable para una autora
de novelas románticas- no hay pasión siquiera.” A través de una lectura
obligada de Emma para las clases que
estaba impartiendo, Deresiewisc se convirtió en ferviente admirador de
nuestra autora, hasta el punto de escribir un libro (A Jane Austen Education, 2011) sobre su obra, porque en cada una de
las novelas vio reflejada una época o faceta de su vida. En su capítulo sobre
Emma llega a la conclusión de que es muy importante prestar atención a las
pequeñas cosas de todos los días, o sea, experimentar la vida a medida que esta
pasa.
Por supuesto que también hay detractores
que se resisten a la fina ironía de Jane
Austen cuando inicia Orgullo y
Prejuicio diciendo que es de conocimiento universal que un hombre rico debe
estar buscando esposa, y no aprecian el análisis sociológico que nos presenta
en Persuasión desde el engreído y
arruinado Sir Walter Elliot, pasando por la acomodada y jovial familia Musgrove,
para llegar a la penuria de la inválida Mrs Smith, ni la denuncia de leyes
hereditarias que –a falta de descendencia masculina– destinaban nombre,
fortuna, propiedad y la casa de los ancestros a un pariente varón más o menos
lejano (Orgullo y Prejuicio, Sentido y
Sensibilidad, Persuasión).
No intentemos convencer a los que se
declaren aburridos por las conversaciones de salón fielmente reproducidas y los
detalles de salud, mesa y moda que Austen creó o recopiló para nosotros, sino
sintamos algo de compasión por ellos, porque se pierden entre otras muchas
cosas la lenta, inevitable y estimulante aproximación de las parejas
protagonistas, bien tarden unos cuantos meses –como Elizabeth y Darcy- , siete
años –en el caso de Ann y Frederick– o más todavía –Emma y Mr Knightley– para decirse un ‘sí, quiero’, por esperado no
menos satisfactorio para sus lectores.
Una heroína imperfecta
En lugar de los admiradores que no se
cansan de cantar sus alabanzas (Mr
Woodhouse, Mr Elton y Frank Churchill), es Mr Knightley quien mejor nos puede
guiar en cuanto a las características de Emma
que la distinguen de otras heroínas austenescas: sus imperfecciones. Él es su
mayor –y único– crítico, aunque admita en conversación con Mrs Weston “… no voy a negar
que Emma sea bonita … rara vez he visto una cara o una figura más agradable
para mí que la suya…”. Descuidando su habitual reserva confiesa “Me encanta mirarla…”, y se le escapa un
“Me gustaría ver a Emma enamorada y con
dudas de ser correspondida.” Si Mrs
Weston no estuviera tan ocupada tramando el enlace entre su hijastro Frank Churchill y Emma, se daría cuenta de que hablaba con un amante frustrado.
La propia Jane Austen empieza la novela con una descripción sutilmente
atenuada de las virtudes de su heroína:
“… parecía reunir muchas de las mejores bendiciones de
la vida.” Es obvio que suponía que la buena opinión de los lectores iría a
menos a medida que la conocieran mejor. Incluso escribió a su hermana “voy a crear una heroína que no gustará a
nadie salvo a mí”. Sin embargo, resulta imposible enfadarse con la
entrañable protagonista, y el intachable Mr
Knightley quizás debería mirarse a sí mismo en el espejo de la verdad, en
lugar de insistir en mostrárselo una y otra vez a la impulsiva Emma.
Es cierto que Emma
es
· entrometida: se
recrea en juntar parejas que no cuajan por diferencias en su nivel social,
fronteras que ella reconoce (“…no podría
seguir siendo amiga de Harriet si se casara con Mr Martin”’); sin embargo
en su afán de intervenir no las tiene en cuenta.
· perezosa: a pesar de tener talentos artísticos e
intereses intelectuales, no persevera y por lo tanto no logra el nivel al que
podría llegar. Al reconocerlo, aparece otro de sus defectos, los celos.
· envidiosa: no
intenta ser amiga de Jane Fairfax
cuya delicada situación económica la ha obligado a profundizar en lectura,
pintura, música, etc. Dado que ahora
resulta superior en ese sentido a Emma,
ésta la encuentra odiosa.
·
egoísta: se
olvida de sus obligaciones sociales al contestar mal a Miss Bates, y evita visitarla porque su manera de ser la cansa e
irrita.
Lisa Devoto, colaboradora del blog www.suite101.com, mantiene que son precisamente esas
imperfecciones, defectos muy actuales que podemos observar en mucha gente
–quizás en nosotros mismos– que han convertido a Emma en una novela clásica de la literatura inglesa. Gracias a esos
fallos, la criticable pero simpática heroína ha resistido el peor ataque de
todos, el del paso del tiempo.
En defensa de Miss Woodhouse hay que decir que no solo tiene defectos, y para los
que –todavía– no hayan leído la novela, citaremos aquí a Mrs Weston que la define así: “¿Dónde
vamos a encontrar una hija menor, o una
hermana más cariñosa, o una amiga más verdadera?... por una vez que se
equivoque, Emma tiene razón cien veces.”
Además, la culpa de que Emma no sea la más estudiosa ni
abnegada de las heroínas de Austen no recae solo sobre ella misma sino también
sobre su entorno:
Su padre bonachón y cómodo, tan apegado a
la rutina que cualquier cambio le produce un malestar o un achaque –que como
todo en Mr Woodhouse es superficial–
no le exige nada y admira todo lo que haga o deje de hacer. Para mantenerlo
satisfecho y a sus ojos resultar ser la corona de la creación, no hace falta
ningún tipo de esfuerzo ni superación personal.
Si le comparamos con Mr Benett, el padre
de la listísima y versátil Elizabeth, vemos
que esta tuvo que agudizar su ingenio para ganarse el aprecio de un padre
enervado por la estupidez de su mujer y la poca clase de sus hijas menores.
La madre
de Emma cometió el error fatal –en el sentido más literal de la palabra– de
fallecer en la infancia de su hija menor. Fiándonos nuevamente del testimonio
de Mr Knightley, según el cual Emma
heredó sus talentos de su madre, podemos suponer que ella podría haber
estimulado a Emma a superarse,
frenándola y educándola al mismo tiempo. No fue así y nuestra heroína se cree
el centro del mundo.
Finalmente, la institutriz Miss Taylor, convertida en Mrs Weston justo antes de empezar la
narración, siempre ha sido tan condescendiente que se ha conformado con la
evolución intelectual y artística voluntaria de Emma sin exigirle esfuerzos. Mr Knightley llega a reprochárselo de esta
manera: “Quizá no dio usted a Emma una
educación tan completa como su capacidad parecía prometer, pero estuvo
recibiendo una educación muy buena de ella … muy matrimonial, de someter su
voluntad y hacer lo que se le pedía…”
Los consejos sentimentales que Mrs Weston da a Emma también son discutibles, al menos desde un punto de vista
actual, ya que reconocen implícitamente la superioridad del hombre. “Déjate guiar por su actitud”, advierte a
Emma sobre la posibilidad de mostrar
esta su amor por Mr Knightley, o
sea, le recomienda que sea sumisa y no tenga iniciativa... pero nos estamos
adelantando al apartado siguiente.
¿Novela de formación o trama
paternal-amorosa?
A través de casi 400 páginas, Emma parece aprender de sus errores,
vuelve a tropezar con la misma piedra, rectifica y se disculpa; va madurando y
sufre por Harriet, y también por sí
misma cuando finalmente descubre que el hombre a quien ama es el formidable Mr Knightley. El destino recompensa sus
esfuerzos por mejorar, y encantada escucha la declaración de su amigo y mentor
que también la quiere. Sin embargo su buen corazón acepta con tanta fuerza las
obligaciones implícitas de una hija soltera, que sería capaz de aplazar o
sacrificar su felicidad al lado de Mr
Knightley por tener en cuenta los sentimientos de su padre. ¿Estamos por lo
tanto ante una clásica novela de formación y crecimiento personal (bildungsroman) de esta joven mimada y
caprichosa?
Como lectora del montón que soy, yo diría
que sí. Siempre he disfrutado con ese despertar de Emma a las sensibilidades de los demás, y el personaje de ella me
sigue pareciendo refrescante en su imperfección y entrañable en sus actitudes
impulsivas. El responsable Mr Knightley,
que tarda tanto en declararse por saberse demasiado mayor, representa al marido
perfecto cuya sensatez frenará los excesos
de Emma, como la del Coronel
Brandon atenuará los de Marianne. Serán felices, comerán perdices, y colorín,
colorado…
Sin embargo, la investigación literaria
seria va mucho más allá.
En su artículo “Padres y amantes”, Kathleen Anderson, especialista en
literatura inglesa del siglo XIX, expone
que lo que el público disfruta como novela
entretenida y hasta graciosa por los enredos de esta simpática casamentera
amateur que llega –ella misma– al puerto seguro del matrimonio después de haber
visto frustradas sus intenciones y aprendidas unas cuantas lecciones
personales, es un ejemplo más de cómo Jane Austen al final de sus
novelas destruye el ímpetu de sus heroínas y las convierte en esposas de su
época, subyugadas por el superior intelecto, mayores conocimientos y
experiencia mundana de sus maridos.
En el caso de Emma, Anderson nos descubre unas
interrelaciones paternal-amorosas de las cuales no se salva ninguno de los
personajes principales:
Mr Woodhouse, continuamente preocupado
por su salud y el bienestar de los demás, no se comporta como un padre de la
época (autoritario, marcando pautas, dando lecciones y corrigiendo) sino más
bien como un amante. Es complaciente y generoso, un ferviente admirador de su
hija Emma y de todo lo que ella haga o deshaga. Al no representar nunca
una figura de líder en todos los sentidos,
Mr Woodhouse crea un vacío de poder que permite y hasta obliga a Emma
a convertirse en el macho alpha de
Hartfield y a desempeñar este papel con respecto a él mismo y a Harriet
Smith, su amiga de padre desconocido (¡otro padre ausente!) y estrato
social inferior.
Emma, ejerciendo de mentora autonombrada, la
aconseja, influye en sus pareceres, e incluso le dicta la carta a Mr Martin,
el granjero que quiere casarse con Harriet, para rechazar su solicitud de matrimonio.
Empeñada en conseguir lo que se propone y ciega a la realidad, Emma
busca infructuosamente marido para Harriet (primero Mr Elton,
luego Frank Churchill) hasta que ésta se emancipa y acepta la renovada
petición de mano por parte de Mr Martin.
En
este contexto conviene recordar un curioso parecido entre Emma y el mezquino Frank
Churchill: ambos quedaron muy pronto huérfanos de madre y se criaron sin
figura paterna tradicional: Mr Woodhouse cede su papel a su hija, y
Mr Weston, con el fin de poder
dedicarse a sus negocios, se aleja de Frank siendo este un bebé para que crezca
en la familia de sus cuñados, lo cual no dice nada favorable sobre su
sentimiento paternal y presagia que la niña, que tendrá con Mrs Weston a lo largo del libro,
tampoco contará nunca entre sus prioridades.
Para que
entre fracasos y enredos las aguas
vuelvan a su cauce, Emma tendrá que recurrir a las armas femeninas de
las lágrimas arrepentidas primero, y agradecidas después, cuando Mr Knightley dé el paso decisivo de
amigo paternal a paternal esposo. Enamorado y emocionado se disculpará por
haberla criticado, o sea, mostrando claros síntomas de esa ceguera temporal que
hace pasar por alto los defectos de la persona amada.
Y nuestra
antaño tan espontánea y autosuficiente Emma, ¿qué contestará? “Exactamente lo que debía, claro. Una dama
siempre lo hace así. Dijo bastante para mostrar que no había por qué
desesperar, y para invitarle a él a que dijera más…” ¿Emma
finalmente haciendo caso al consejo de Mrs Weston?
Desde la
perspectiva feminista de Kathleen Anderson todas esas explicaciones
serán coherentes y acertadas, y no se puede negar la diferencia existente entre
la impetuosa Emma del principio que toma decisión tras decisión y trama
enlaces matrimoniales con prepotencia y sin titubeos, y la tierna novia del
final de la novela que acepta sin reservas la actitud y las acciones de su
futuro marido.
Sin embargo, la
lectura de novelas románticas de todos los tiempos nos demuestra una y otra vez
que las heroínas más aventureras, independientes y al parecer indomables acaban
por aceptar muy a gusto el hombro protector que ‘su’ hombre les brinda. Y es
que –a mi parecer– el compañero de nuestros sueños sigue siendo un príncipe
azul con fortaleza de cuerpo y espíritu, capaz de controlar situaciones de todo
tipo, desempeñando la autoridad que emana de un ser superior, superior no a
nosotras sino a todos y todas las demás, además de estar incondicionalmente enamorado
de una. Es obvio que estoy hablando de alguien ficticio, y no quiero ni pensar en los requisitos que
tendría que reunir una mujer para estar a la altura de ese… Mr Darcy-Knightley
o como se llame.
Trabajo,
salud, moral y otros asuntos
·
¿Nadie trabaja en Emma?
Según
algunos críticos, nadie trabaja en Emma,
lo cual es totalmente incierto mientras que hay otras novelas de Jane Austen donde resulta difícil
encontrar a alguien que lo haga. En Orgullo
y Prejuicio, por ejemplo, los ricos
como Mr Bingley o el propio Darcy reciben anualmente grandes sumas de dinero
sin que se constate un esfuerzo concreto por su parte, y el tío Gardiner,
hombre de negocios y representante de la clase media, siempre está de
vacaciones.
Como
Julia Prewitt Brown (Universidad de Boston) expone en “Civilization and the Contentment of Emma”,
en esta novela encontramos todo
un elenco de personajes que trabajan, han trabajado o están a punto de comenzar
a trabajar, cuando no sufren por no tener ningún empleo:
Mr George Knightley es magistrado local y se ocupa intensivamente de sus
terrenos y posesiones. Su hermano, John
Knightley, está escalando puestos en su profesión, la abogacía, en Londres.
Mr Weston es un comerciante ahora retirado que en su momento
renunció a criar a su propio hijo por dedicarse a sus negocios y conseguir
comprar la mansión de Randall. Su mujer, de soltera Miss Taylor, mantuvo durante dieciséis años su empleo como
institutriz en Hartfield. Jane Fairfax
todavía no ha encontrado trabajo pero está muy bien cualificada para un puesto
de educadora.
Mr Elton se gana la
vida como clérigo. Mr Martin
explota su granja para mantener a su madre y sus hermanas. Mrs Goddard está al mando de un colegio interno, y el
farmacéutico Mr Perry cobra por
preparar fórmulas magistrales y visitar a domicilio a enfermos reales y también
a su cliente más rico y fiel, el aprensivo Mr
Woodhouse quien junto a su encantadora hija Emma es alguien que no trabaja ni parece haberlo hecho nunca.
·
¡Mr Woodhouse no es ningún hipocondríaco!
Fiel
a su talante apocado y asustadizo, Mr
Woodhouse, ridiculizado desde siempre por críticos y lectores a causa de
sus enfermedades imaginarias y fobias injustificadas, nunca opuso resistencia a
esos ataques. Hasta ahora solo le había tomado en serio C. S. Lewis
(1898-1963, autor de Las Crónicas de
Narnia), quien acuñó la expresión de ‘esnobismo cronológico’ referida a la
actitud de considerar que las explicaciones, pensamientos y comportamientos
modernos son mejores de por sí que las ideas y acciones del pasado. Para C. S. Lewis, Mr. Woodhouse –a pesar de sus manías y miedos– es “el
personaje más sensato” de Emma.
La
misma opinión defiende en la
actualidad Ted Bader
(Universidad de Colorado, escritor y
médico especializado en enfermedades del hígado y de la digestión). Subraya que
Jane Austen describe a Mr Woodhouse como “valetudinarian”
(enfermizo, inválido) y no como “hypochondriac” (hipocondríaco) y
argumenta que los síntomas del padre de Emma
coinciden con un cuadro de hipotiroidismo (sensación de frío, nervosismo y
debilidad general) con aumento de tamaño de la tiroides (dificultad para
tragar) lo cual explicaría su poca actividad y afición a tomar calditos claros,
huevos pequeños y carne de cerdo muy pasada.
A
través de las incansables atenciones que Emma
dedica a su padre inválido, el lector aprecia su buen corazón por encima de su
actitud caprichosa y entrometida. Visto así, los achaques de Mr Woodhouse son un recurso literario
de Jane Austen para que nos
identifiquemos con Emma sin reparar
demasiado en su autosuficiencia.
Y
hay otro indicio: Gracias a Mr.
Knightley (capítulo 5) nos enteramos de que Emma a los diez años era tan inteligente que contestaba cualquier
pregunta antes que su hermana Isabella
a los diecisiete. Es de suponer que Emma
–con casi veintiún años– sabría si los malestares de su padre eran ficticios y
un medio de chantaje emocional, en cuyo caso, y puesto que la paciencia no es
su virtud predominante, no le trataría con ese afecto imperturbable si bien protector
que le demuestra en cada momento.
·
Conceptos de moral : castigos y recompensas
Josanna Simpson, otra colaboradora del blog www.suite101.com, analiza cómo Jane
Austen mezcla humor y moralidad partiendo de unos criterios firmes que
siguen convenciendo aun hoy día a sus lectores. Sobre todo en Emma, la autora incide en la importancia de decisiones basadas en la
moral aunque se trate de asuntos poco relevantes. De esta manera nos hace
admirar a Mr Knightley, sentir
compasión con Jane Fairfax, ver el
ridículo de la presumida Mrs Elton…
y si a Emma le perdonamos todas sus
imperfecciones es porque nunca hay nada en su actitud que vaya en contra de la
moral de la época.
Frank
Churchill es otro cantar. Es tan
vanidoso y derrochador que cabalga a Londres solo por un corte de pelo, engaña
a todos y tontea con Emma para
encubrir su relación con Jane Fairfax,
y no da la cara sino se disculpa por medio de una carta. Frank no merece lo que consigue –la herencia y la mujer a la que
aspira– pero el fracaso de sus pretensiones sería un castigo
para su amada Jane Fairfax y una
grave decepción para su jovial padre y la encantadora madrastra. De nuevo
aparece Mr Knightley como el crítico
más severo cuando en el capítulo 49, justo antes de declararse, dice a Emma: “Nunca tuve buena opinión de Frank Churchill… encuentra una joven en un
balneario… obtiene su afecto… le estorba su tía… la tía muere… él ha tratado
mal a todos… y todos están encantados de perdonarle…”. Tan contundentes son
las acusaciones de Mr Knightley que
convencen a la mismísima Jane Austen que
manda a Frank Churchill a vivir a
Yorkshire para que no siga jugando con las sensibilidades de la sociedad de
Highbury, y el ‘castigo’ de Jane Fairfax
por consentir en aquel noviazgo secreto será tener que aguantar a su marido.
Por el otro lado, la fortuna de los
Churchill aliviará a través de Jane
Fairfax la penuria de su tía y tía abuela, Miss y Mrs Bates, dos personajes secundarios pero importantes cuyo
buen talante se verá así recompensado.
Harriet
Smith encuentra en la familia Martin su sitio en este complicado
mundillo de ‘orgullos y prejuicios’. Su amistad con las hermanas Martin y la
educación que recibió en la escuela de Mrs
Goddard harán que, salvo excepciones como Mrs Elton, nadie la desprecie por el hecho de que no sepa quién es
su padre.
· Cartas y citas
Es habitual en obras de Jane Austen que una carta aporte el
punto de vista de una persona ausente o resuma una situación compleja. También
en Emma las hay muy
importantes: una carta ‘muy bonita’ (‘a very handsome letter’) con la que Frank Churchill se disculpa por no
acudir a la boda de su padre; una carta ‘muy buena’ (‘a very good letter’) con la que Mr Martin pide la mano de Harriet
Smith y cuya autoría no se nombra explícitamente señalando todos los indicios
a Mr Knightley; la carta de rechazo
de la proposición de matrimonio que Emma
dicta a Harriet Smith; la carta
‘corta’ (dos páginas) de Jane Fairfax
que Miss Bates describe con todos
los detalles a Emma aunque no llegue
a leérsela; la interminable carta de Frank
Churchill explicando su actuación…
Sería interesante imaginar las
caligrafías: la de Jane, perfecta
como toda ella, la de Frank, vistosa
y elaborada para ocultar lo que no quiere decir…
De Jane
Austen sabemos que sus letras manuscritas se inclinaban hacia la derecha.
Según la grafología, este tipo de escritura corresponde a personas muy
expresivas que enseñan sus emociones y muestran compasión y simpatía por los
demás.
Y compasión y simpatía hay en cualquiera
de sus libros, también en Emma: cuando
resalta lo ridículo de Mr Woodhouse
o Miss Bates, no llega a la
caricatura hiriente; el ‘malo de la película’, Frank Churchill, tiene quien le ama, y nuestra Emma resulta entrañable con todos sus defectos…
A mi parecer, hay dos citas del libro imprescindibles :
“¿Quién lloró más?” (Who cried most?) del primer capítulo cuando Mr Knightley pregunta por el desarrollo de la boda de los Weston. Esta frase magistral resume la
ironía y el humor de la autora en una expresión de máxima economía y definición
y basta para recrear los lugares comunes de una boda sin siquiera mencionarla.
La segunda cita –también de los labios de
Mr Knightley– me ayudará a poner
punto final a mi texto dejando en el tintero/teclado gran cantidad de temas y
comentarios sobre Emma y su mundillo
casi perfecto:
“Si la amara menos, quizás podría
hablar más de ello.” (If I loved you less, I could talk more about it.)
Texto para el ciclo "Un Té con Jane" organizado por la Biblioteca Pública de Arroyo de la Miel (Benalmádena)
DF2011
ANEXO :
SINÓPSIS DE
EMMA (WIKIPEDIA)
Emma Woodhouse es una joven en la Inglaterra de la Regencia. Vive con su padre, un hipocondriaco caracterizado principalmente por su
excesiva preocupación por la salud y el bienestar de aquellos a los que ama. Miss Woodhouse está empeñada en hacer
de celestina de sus amistades y relaciones. Pero
al ocuparse de los asuntos de sus amigas se olvida de atender sus propios
sentimientos. El amigo de Emma, y la única persona que la critica, es el
caballeroso Mr Knightley, su
"vecino" y cuñado (hermano del marido de su hermana), dieciséis años
mayor que ella.
Cuando
su institutriz, Miss Taylor, que era prácticamente su amiga y confidente, decide
casarse, Emma se queda sola ante sus propios sentimientos. Emma, pagada de sí
misma, cree que el matrimonio se debe a ella, por haber sido quien presentó a Miss Taylor a su futuro marido, Mr Weston. Emma se enfrenta a un vacío
en su vida y con un gran dilema: cómo ayudar a los demás a tener una vida tan
perfecta como la suya.
En
contra del consejo de Mr Knightley,
busca posibles novios para su nueva amiga, Harriet
Smith, una joven sencilla y modesta, alejada del estilo de vida de la alta
sociedad. Es una dulce chica de 17 años, no muy brillante, descrita como
"la hija natural de alguien". La convence para que rechace un
ventajoso matrimonio con un respetable y joven granjero, Mr Martín, pues Emma quiere emparejarla con el vicario local, Mr Elton. Su intriga casamentera va mal
cuando resulta que Mr Elton, un
trepador social, con quien quiere casarse es con la propia Emma. Después de que
Emma rechace su proposición, Mr Elton
se va de vacaciones. Harriet se
imagina que está con el corazón destrozado, aunque Emma hace todo lo que puede
por convencerla de que Mr Elton (que
se revelará más arrogante y pomposo conforme avanza la historia) está por
debajo de ellas dos.
Un
acontecimiento interesante para Emma es la llegada al vecindario de Frank Churchill, el hijastro de Mrs Weston, a quien ella no conocía
pero por quien siente interés desde hace tiempo. Mr Elton regresa con otra recién llegada, una esposa vulgar que se
convierte en parte del círculo social de Emma, aunque ambas mujeres se odian.
Un tercer personaje es Jane Fairfax,
la reservada pero bella sobrina de la empobrecida vecina de Emma, la locuaz Miss Bates (otro personaje cómico que sirve para aligerar la escena). Jane, que tiene muchas dotes . musicales, es el orgullo y alegría
de Miss Bates; a Emma, sin embargo,
no le gusta, y envidia su talento. Jane
ha vivido con Miss Bates hasta los
nueve años. El coronel Campbell, un amigo de su padre que estaba en deuda con
él por haberle atendido durante una peligrosa enfermedad que amenazaba su vida,
acogió entonces en su casa a Jane,
quien se hizo amiga íntima de su hija y recibió una educación de primera clase.
Al casarse la señorita Campbell, Jane
regresó entre sus familiares para preparar (con temor) su futuro, que es
ganarse la vida como institutriz.
En
su deseo de encontrar algún defecto en Jane
- y también para encontrar algo con lo que divertirse en esta villa encantadora
pero aburrida - a Emma le dio por compartir la fantasía inventada por Frank de que a Jane le gustaba el marido de la señorita Campbell, el señor Dixon,
y que es por esta razón por la que tuvo que regresar a casa, en vez de irse a
Irlanda a visitarlos. La sospecha de Emma crece al llegar un piano para Jane por parte de un benefactor
misterioso y anónimo.
La
trama se complica pues Emma intenta enamorarse de Frank simplemente porque todo el mundo dice que hacen una guapa
pareja. Frank salva a Harriet de una banda de gitanos, por lo que Emma decide que es más adecuado para su
protegida.
Mrs Weston se pregunta si al viejo amigo de
Emma, Mr Knightley, podría gustarle Jane. Emma rápidamente decide que no
quiere que él se case con nadie, pero más que investigar sus propios
sentimientos, ella alega que quiere que su sobrino Henry herede la propiedad
familiar.
Sólo
Mr Knightley, hombre de temple y
aplomo, se atreve a recriminar los errores de Emma, y será éste quien ponga fin
a la confusión que Emma ha provocado. Reprende a Emma por insultar
desconsideradamente a Miss Bates en
el picnic de Box Hill. Es entonces cuando ella, finalmente, reconoce sus
propias limitaciones, e intenta enmendarse. Emma descubre que Jane y Frank llevan secretamente prometidos casi un año. Cuando Harriet le confía que cree que Mr Knightley está enamorado de ella,
los celos fuerzan a Emma a darse cuenta de que es ella quien le ama. Poco
después, Mr Knightley propone matrimonio
a Emma, Harriet se reconcilia con su
joven granjero, y todo el mundo vive feliz para siempre.
ANEXO:
‘Marketing’
a través de las portadas
En
el caso de Emma, es casi imposible
abarcar todas las ediciones que pueden adquirirse en las librerías reales y
virtuales. A lo largo de las últimas décadas –sin tener en cuenta ejemplares
para bibliófilos adinerados que recurren a Sotheby’s para conseguir una Emma del siglo XIX– las portadas se han
adaptado a gustos y modas. Lo que todas dejan bien claro es que Entretenimiento y Encanto se escriben con
de Emma…
Emma para almas románticas
Emma para quien la prefiera
con sombrero
Emma a través del retrato de
Jane Austen
Emma en compañía
Emma con exteriores
Emma ‘sensual’
Emma ‘de película’
Emma en plan serio
Emma, versión juvenil
Emma como e-book para el
Kindle de Amazon,
sin duda, un largo recorrido desde la portade de 1816.
FUENTES (LISTADO INCOMPLETO)
Las fuentes tanto del texto como de las ilustraciones
proceden casi todas –y en los tiempos que corren no podría ser de otra manera– de
la red de redes, o sea, de Internet, y en su mayor parte son textos originales
en inglés.
·
KATHLEEN ANDERSON : Fathers and
Lovers: The Gender Dynamics of Relational Influence in Emma
·
JULIA PREWITT BROWN : Civilization
and the Contentment of Emma
·
TED BADER : Mr. Woodhouse is not a
Hypochondriac!
·
JOANNA SIMPSON : Principled Comedy in
Jane Austen
·
LISA DEVOTO : Timeless Character
Flaws in Emma by Jane Austen
CITAS DEL LIBRO
Las citas del libro (en cursiva) son traducción de José Maria
Valverde (1978), extraídas de la edición de Emma
de Ediciones Orbis, S.A. que se incluye en la colección ‘Grandes Pasiones de la
Literatura’.
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