viernes, 18 de mayo de 2012

AMARILLA





Al principio me trataste como a una reina: me mostraste tu colección de arte chino enseñándome a apreciar la resistencia quebradiza de porcelanas centenarias, el brillo satinado de tallas de ébano… Cuando me volví menos voluble, más áspera, menos receptiva, me bajaste al garaje obligándome a vivir en el coche rodeada de polvo y migas; incluso tuve que aguantar salpicaduras de aceite. Entonces supe que nunca sería la misma ni volvería a acariciar tus posesiones más apreciadas; mi piel se acartonó, y acabé tirada encima de un folleto de publicidad con anuncios para los cuales yo misma había posado ante las cámaras como ‘La bayeta bailarina de estrecha cintura’.

2 comentarios:

  1. Ese es el destino de quien comienza a ajarse con el paso de los años.Nos dejan para el descarte...jeje

    Un abrazo!

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  2. ¡Uf!, no lo había pensado nunca, pero es perfecto.
    Ahora cuando la mía pase a su segunda actividad le diré que es el paso previo a la jubilación. No quisiera herir sus sentimientos.
    Un saludo
    Mar

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