Al principio me trataste como a una reina: me mostraste tu colección de arte chino enseñándome a apreciar la resistencia quebradiza de porcelanas centenarias, el brillo satinado de tallas de ébano… Cuando me volví menos voluble, más áspera, menos receptiva, me bajaste al garaje obligándome a vivir en el coche rodeada de polvo y migas; incluso tuve que aguantar salpicaduras de aceite. Entonces supe que nunca sería la misma ni volvería a acariciar tus posesiones más apreciadas; mi piel se acartonó, y acabé tirada encima de un folleto de publicidad con anuncios para los cuales yo misma había posado ante las cámaras como ‘La bayeta bailarina de estrecha cintura’.
Lazos de acá, raíces de allá, en medio el intento de fijar con palabras, pinturas y arcilla, impresiones y momentos para recordar y compartir.
viernes, 18 de mayo de 2012
AMARILLA
Al principio me trataste como a una reina: me mostraste tu colección de arte chino enseñándome a apreciar la resistencia quebradiza de porcelanas centenarias, el brillo satinado de tallas de ébano… Cuando me volví menos voluble, más áspera, menos receptiva, me bajaste al garaje obligándome a vivir en el coche rodeada de polvo y migas; incluso tuve que aguantar salpicaduras de aceite. Entonces supe que nunca sería la misma ni volvería a acariciar tus posesiones más apreciadas; mi piel se acartonó, y acabé tirada encima de un folleto de publicidad con anuncios para los cuales yo misma había posado ante las cámaras como ‘La bayeta bailarina de estrecha cintura’.
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Ese es el destino de quien comienza a ajarse con el paso de los años.Nos dejan para el descarte...jeje
ResponderEliminarUn abrazo!
¡Uf!, no lo había pensado nunca, pero es perfecto.
ResponderEliminarAhora cuando la mía pase a su segunda actividad le diré que es el paso previo a la jubilación. No quisiera herir sus sentimientos.
Un saludo
Mar