La bola de hervir arroz nunca debió acabar en el árbol.
Calcular la velocidad con la que una bola de hervir arroz avanza por el espacio puede resultar complicado. Sobre todo si se ignora la cantidad de arroz que lleva en su vientre bivalvo; más aún si desconocemos la fuerza de quien la impulsó. ¿La lanzaría como advertencia de lo que sería capaz de tirar, incluso por la borda? ¿Descargaría de ese modo una gran tensión interior?
Todos estos factores influyen, sí, pero en el fondo solo modifican detalles. Con apartarme pensé haber solucionado el asunto, por lo que me eché a un lado, y la bola –como un diminuto ovni– pasó perdiendo gotas de agua de arroz a modo de combustible. Atravesó la ventana por donde justo antes se situaba mi cabeza, e impactó en el árbol, abriéndose y sembrando arroz entre las ramas.
Al poco rato, los pájaros volvieron para darse un festín. La bola, bien encajada entre el ramaje, sirvió durante años de armazón de nido para una pareja de jilgueros.
A pesar de todo eso, no he vuelto a guisar para él.
jejeje...pero quién te arrojó semejante misil???????????? jajaja...perdón si me río, pero me ha hecho mucha gracia imaginarme la escena!jejeje
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Sí señora! ¡Que cocine él solito!
ResponderEliminarEspero que esta historia no sea verídica, Dorotea.
Un besazo.
Me gustá porque salen todos ganando, los pajaros, ella porque ya no tiene la obligación de cocinar y él ¿que consigue???.
ResponderEliminarMe reservo la teoría ya te la contaré tomando un cafecito.
Jajajaja, hay que revolear un colador de esos por la ventana eh? lindo pastiche se habrá armado afuera y agradecé que no te acertó ...
ResponderEliminarMe hizo mucha gracia el texto (bueno, depende, si es real no sé si me hace mucha gracia ... por las dudas escondé todas las ollas!)
besos