"...porque la multitud no es compañía..." (Francis Bacon)
Menuda lata, esas redes sociales: te invita un amigo a participar y –por no hacerle un feo– aceptas; luego resulta que no fue el mismo quien te invitó, sino algún artilugio informático que exploró su listín de contactos y fue mandando invitaciones a todos los que estábamos anotados.
Todavía no te das cuenta de nada pero la malla de la red ya se ha enganchado a las rarezas de tu perfil: ¿Pusiste que te gusta leer? Editoriales, clubs de lectura, tertulias y vendedores de libros de segunda mano quieren ser tus amigos. ¿Expresaste interés en pintura? Te solicitan como miembro de foros pictóricos para que opines sobre Picasso o Goya, al mismo tiempo que recibes publicidad y ofertas por liquidación final de portales de artículos para artistas. ¿Serás capaz de resistir? Pero si nunca has manejado un pincel y lo tuyo es más bien la foto… No hace falta que acabes la palabra, de eso se encarga alguna aplicación diminuta pero más rápida que tus dedos, y ya te está entrando un alud de peticiones y ¿órdenes? para que mires el álbum de Pepe y Lola cuya perra Pochi acaba de parir, para que añadas tus fotos al álbum de Anónimo dándole permiso para usarlas en sus collages, para que…, eso, ¿para qué? ¿Para qué quiero saber que Berto y Yoli son ahora amigos, si no sé quiénes son? ¿Alguien lo sabe acaso? ¿Serán personas físicas o viñetas con ‘nick’ escapadas de un foro ficticio con preguntas prefabricadas y respuestas al gusto del administrador del sitio web? Como me siento perseguida por sus retratos manga y sus marcos en rosa con estrellitas parpadeantes, quiero anular la cuenta, cancelarla y salirme de los bancos de datos de “caralibro”. No, no es posible; solo permite que congeles tu expediente, y el día que decidas volver a activarlo, te encontrarás, estés donde estés, con 1764 mensajes, notas y grafitis en tu muro capaces de matarte de un atracón cibernético.
La solución: cambiar de nombre y apellidos, a pesar del disgusto que se llevarían tus padres; emigrar al Magreb, o sea, en sentido inverso; o no volver a usar un ordenador en los treinta años de vida que según la estadística te corresponden todavía, pero –seamos sinceros– para vivir sin ordenador, ni red, ni web, lo mismo da morirse de una sobredosis de spam. Lo cual me lleva a otra cosa: ¿Sabían que existen cementerios de blogs? … Me lo imaginaba pero de eso hablaremos en otra ocasión.
Fantástio Dorotea.
ResponderEliminarYo descubrí esos cementerios, algunos guardan tesoros.
Es verdad que te bombardean a diario .Mas de una vez me han pedido que sea amigo de no se quien en el Face...ese no se que.Si yo no soy de ningua red social !
ResponderEliminarMuy bien por comentarlo.
Besos desde Málaga.
( eso de los cementerios de blog tendras que explicarlo , parece interesante)
JAJAJAJAJA
ResponderEliminarSublime Dorotea: apareces poco por la blogosfera; pero siempre me lo paso bien leyéndote.
Huyo de las redes sociales como de la peste. Cada día recibo invitaciones de Facebook y no volveré a entrar mientras tenga salud. Tuve un perfil con datos falsos que eliminé a los ocho dias. Eso de que los amigos, de los amigos, puedan fisgar a sus anchas en tus cosas no me gustó un pelo.
Respecto a los comentarios del blog, se soluciona no aceptando anónimos. También hay quien tiene perfil entra a publicitarse; aunque son los menos.
Un abrazo
Muy bien escrito y muy cierto. Pero no hay solución... una vez que has "picado". Pero pasa igual incluso con los blogs. Por eso no entiendo como aún hay personas ingenuas que declaran su verdadera identidad en su blog. Eso sólo lo hacen los escritores y periodistas muy reconocidos cuyos servidores de blogs no son gratuitos y están blindados. Por tanto, lo que se debe de hacer es ocultar la verdadera identidad, y sobre todo, no aportar datos fidedignos en el perfil. No es una cobardía, ni una falta de ética es pura sensatez. Él único incoveniente que tiene es que los que son vanidosos y mediocres no se resignan a que el lector sepa quien es el o la que escribe "tan brillantemente". A mi me da igual...soy un genio escribiendo y escribo para mi,no para que un grupito de amigas me aplaudan. Por eso digo que no soy NADA.
ResponderEliminarGracias por tu generosidad al tener, siempre, tu puerta abierta y no restringir la entrada... alguna amiga tuya ya lo ha hecho.
Habrá pasado ya el saranpión del "baño de multitudes".
Besos desde el Estrecho de Gibraltar.
NADA
Muy bueno. Me siento identificado, uno de esos pececillos atrapado en la red social. Porque... curioso nombre el de red, ¿verdad?
ResponderEliminarUn abrazo,
Ramón
Doro, es verdad, una pesadilla, una tela de araña pegajosa, una mosca en la pantalla, una abeja en la miel sin poder salir y no es miel es m...una mierda en el zapato...
ResponderEliminarDe vez en cuando, entre la basura se encuentra la joya, pero a lo mejor es falsa. No piques, no mires, borra...
Te comprendooooo, bsín dulce.
Muy bueno, Dorotea, siempre me gusta como cuentas las cosas. Yo creo que lo pero del "caralibro" es que es aburrido y tiene poca utilidad verdadera. La solución está, si es que quieres aparecer en él, en no dar demasiados datos personales, a nadie le importa si tienes "una relación", donde vives, donde trabajas, donde estudias, en fin, cuentas lo que quieras contar, lo que no te importa que sea público y lo demás te lo guardas para ti.
ResponderEliminarTe contaré una historia: hace mucho, mucho tiempo, Ardilla y yo andábamos por un mundo en el que todo el mundo escribía con nick y nunca sabías quién era sincero y quién te la estaba clavando un puñal por la espalda. Incluso la misma persona tenia dos identidades distintas, en una podía ser tu amigo del alma y en otra tu peor enemigo.
Por eso ahora me alegro tanto de tener los blogs y poder presumir de mis amigos: Dorotea, Cati, Natalia, Mercedes, Felisa, Juanma... Y los que me dejo, pero no olvido. Me gusta leer las cosas que me queráis contar, saber que estáis esparcidos por todo el país, y por fuera algunas, y ver vuestras sonrisas cuando me asomo a los blogs.
Y ahora que te has retirado de las redes sociales, espero, Dorotea, que no tardes tanto en escribir tu próxima entrada.
Besos.
Teresiña, OK, lo mismo digo de corazón. Nos vemoooos.
ResponderEliminarDoro, igual, otro bsitooo.
Querida Dorotea, todo lo que ocurre tiene las dos vertientes, la buena y la mala, pero en medio está otra parte de la historia, te permite conocer como son las personas, por ejemplo: las personas superficiales que van de intelectuales etc. creo que me vas a dar la razón.
ResponderEliminarP.D. me alegra que vuelvas a escribir, besos.
A todos y todas, muchas gracias por pasar por mi blog que estoy desempolvando después de una hibernación de tres meses.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta como describes en tu relato una realidad de este mundo virtual, pero también es cierto que este mundo nos permite encontrarnos con personas que tienen los mismos intereses que una(impensable hace muy poquitos años). Como dice Teresa: "cuentas lo que quieras contar, lo que no te importa que sea público y lo demás te lo guardas para ti."
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