martes, 30 de enero de 2018

RECUERDOS



RECUERDOS

No, no, no hace mucho frío, solo lo estoy imaginando y mis recuerdos dibujan arabescos de hielo en la ventana. Poco a poco el vaho de mi aliento abre redondeles transparentes por los que me asomo a un paisaje nevado de cegadora blancura.

En la chimenea cruje la leña. Sé que hay lenguas azuladas que entre gemidos y chisporoteos van consumiendo la madera. En mi infancia yo no conocía hogueras alegres y reconfortantes. Solíamos tener un brasero con trocitos de carbón en cuyo interior parpadeaban rescoldos y que colocábamos debajo de la mesa camilla. Arrimados a su raído mantel aguantábamos hasta que nos empezara a doler la cabeza mientras nos ardían las rodillas y la espalda se quedaba tan fría como las piedras de la chimenea.

En un invierno muy malo, mi padre enfermó. Temblaba de frío y no había manera de que entrase en calor. Los vecinos escucharon nuestro llanto y trajeron sopa de puchero y cisco para el brasero. Le arropamos con las mantas que había y nos acostamos muy cerca de él. Al cabo de unos días se lo llevaron al hospital y no lo volví a ver.

Nunca podrá hacer tanto frío como el que yo sentía en la cama vacía de mi padre.

Me está agobiando el fuego de la chimenea que no está encendida. Solo son recuerdos... solo lo estoy imaginando.


La ronda narrativa sigue en casa de Inma.

15 comentarios:

  1. Que malo es el frío que no lo calma ningún abrigo. Un frío que se prende en el corazón y el recuerdo, un relato de frío con uno de tus finales magníficos. Abrazos y felicidades

    ResponderEliminar
  2. El frío no solo se trata de una estación del clima, sino también de sentirlo en el corazón, que incluso en días de calor, una puede llegar a sentir frío hielo.

    Un placer leerte.

    Un beso grande.

    ResponderEliminar
  3. Ese frío que traspasa el alma... ufff me he quedado helada.
    Precioso.
    Bss

    ResponderEliminar
  4. El frío que se siente cuando un ser querido se va ..no es comparable a nada pq no ese frío es del alma y ese nadie la puede calentar ..
    Muy emotivo ..saludos.

    ResponderEliminar
  5. Buenos días, Dorotea:
    Un gran relato, en el que el calor de tu narrativa nos acerca de manera cálida la frialdad que acompaña a los recuerdos de pérdidas afectivas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Un frío indescriptible que sólo se comprende cuando se pasa por lo mismo. Un relato cargado de emoción verdadera.
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  7. Ese es el verdadero frío, el de las ausencias.
    Muy bueno.
    Besos

    ResponderEliminar
  8. Un cuento terrible, Dorotea. Una pena tener que vivir con el frío, cuando las personas que son el calor de nuestras vidas se apagan.
    Besos

    ResponderEliminar
  9. El dichoso brasero...como lo recuerdo yo tambien y los dolores de cabeza y el frio por doquier. Pero ese frio nunca superara la helada de la ausencia. Es muy bonito pero me he quedado de hielo. Gracias por sumarte, besos.

    ResponderEliminar
  10. De ese frío sé yo bastante porque lo he sentido y lo has descrito a la perfección.

    ResponderEliminar
  11. En aquellas épocas cuando no había tele, los cuentos ante el brasero eran muy frecuentes. Muy triste la muerte del padre y esos recuerdos nostálgicos.
    Me gustó.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Recuerdos como eso pueden ser opresivos.
    Muy triste.
    También se cuentan esos cuentos frente a un fuego.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  13. Qué razón tienes. ¡Qué malo es el frío que queda detrás la ausencia! Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. Un triste relato, muy triste pero muy bien escrito. Hablas del amor a tu padre enfermo, de su falta y de la cariñosa solidaridad de los vecinos.
    Enhorabuena por un texto que dice mucho sobre valores entre sus líneas
    Rhodéa Blasón

    ResponderEliminar