jueves, 27 de agosto de 2015

MARÍA LA MONJA






MARÍA LA MONJA
(un tebeo-relato)


María la monja tuvo suerte al llegar a tiempo al retrete de señoras. Mientras se acomodaba, descubrió en el suelo un tebeo con extrañas inscripciones. “Esos rusos están en todas partes”, murmuró con poca voz dedicando sus fuerzas a otros menesteres. Sacando el móvil fotografió uno de los bocadillos, y acto seguido lo mandó al servicio de inteligencia del Vaticano. Ya había salido del excusado cuando recibió la respuesta: no era ningún idioma conocido por los analistas. Se encogió de hombros por lo cual el tebeo se le cayó al suelo. Al mirarlo desde otro ángulo vio que eran letras griegas la mar de normales; el tebeo había estado al revés. Mandó una reprimenda al jefe de servicios ridiculizándolo al recomendarle unos ejercicios de yoga con apoyo sobre la cabeza. Después continuó su caminata hacia el piso franco y se puso a leer el cómic que entendía perfectamente gracias a su formación eclesiástica. La historieta trataba de una niña que ingresó en un convento por problemas de convivencia con la nueva pareja de su madre adoptiva. María sentía que sus mejillas empezaban a arder de ira y vergüenza. ¿Quién se había atrevido a husmear en su expediente? En el relato no faltaba ni un detalle de su vida: el falso cura, la superiora sádica, las reuniones en la cripta… La última viñeta de la página ocho mostró una mujer adulta, de rígidas facciones, músculos endurecidos y mirada sombría, la misma con la que se encontró María cuando se puso enfrente del espejo del ascensor de su edificio. Pulsó el botón de la novena planta y fascinada por la lectura apenas notó que el aparato se pusiera en marcha. Ansiosamente dio vuelta a la página pero el dorso y las dos hojas restantes estaban en blanco. Acostumbrada a investigar las acercó a la débil fuente de iluminación de la cabina. ¿Había sombras y líneas sobre el papel? Ya iba por la planta cinco cuando los dibujos tomaron forma. Un hombre vestido con un hábito, la cara oculta entre las sombras de su capucha, esgrimía un hacha mientras soltaba acusaciones y amenazas. La sexta. En el tebeo apareció una nueva viñeta en la que el agresor levantó el hacha e intentó cortar el cuello de la mujer del relato. Sangrando copiosamente por la herida, esta se derrumbó mientras blasfemaba en armenio. La séptima. El sudor que caía a chorros por la cara de María impidió que viera ni más dibujos ni letras. La octava. Golpeó con el puño el botón de STOP. Con una fuerte sacudida y un quejido prolongado de los frenos, el ascensor se paró. En el silencio que se produjo a continuación, se escuchaba como una planta más arriba alguien rompía la puerta del ascensor con un objeto contundente y saltó encima de la cabina. María sacó de su mochila un manoseado fusil recortado y -vaciando el cargador- perforó el techo. Cuando el atacante dejó de moverse, la agente desbloqueó el ascensor y lo subió a la planta doce. A la salida casi se resbaló y también su pelo estaba mojado y pegajoso. “Todo ok”, escribió en el mensaje a su jefe inmediato. “Nada que una buena ducha no pueda arreglar.”


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6 comentarios:

  1. Es una buena historia. La historieta le sirvió de advertencia a tan especial personaje.
    Saludos y gracias por participar.

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  2. Seguramente se encontró de modo subliminal, pero evidente, con la horma de su zapato y una forma de irle dando en los dientes. La verdad es que esta monja de complicado hábito es de armas tomar, y nunca mejor dicho.

    Un beso y hasta el jueves que viene :-)

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  3. Buenísimo el relato, trepidante y emocionante a la par que misterioso...me ha encantado...
    Por si las moscas no leeré los papeles que encuentre en los wáteres...
    Besos y abrazos

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  4. Buenísimo el relato, trepidante y emocionante a la par que misterioso...me ha encantado...
    Por si las moscas no leeré los papeles que encuentre en los wáteres...
    Besos y abrazos

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  5. ¡Hey! ¡Eso no se vale! El del hacha podría haber tenido una copia de ese tebeo oráculo, ¿no te parece? Así también me hago yo espía del servicio de inteligencia del Vaticano, jejeje.
    Ha sido como leer un comic. Me gustó.
    Un saludo.

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  6. Muy fascinante relato, con una ágil trama de suspenso y acción. Me atrapo eso del tebeo y por supuesto lo impresionante que descubre en el comic.
    Saludos

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