LA VERDADERA HISTORIA DE VALENTÍN
Cuando su madre estaba de parto, Miguel -cuya cabeza medía algo más de la media- se hizo de rogar.
-¿Qué pasa, doctor? -siseó la parturienta que se había preparado a conciencia para dar a luz y no comprendía el poco ritmo del asunto.
-Va lentín, va lentín... -contestó el médico apesadumbrado y se fue al cuarto de ahumados a fumar un cigarrillo.
Una vez en el colegio, resultó que Miguel, además de cabezón, no era de los más listos. Como el padre no cesó de interrogar al maestro sobre el desarrollo académico de su vástago, el tutor -con un gesto a medio camino entre la paciencia y la exasperación- intentó conformarlo:
-El chaval es voluntarioso, -dijo- pero va lentín, va lentín...
A estas alturas nuestro héroe ya tenía el mote más asociado a su persona que su propio nombre y eso no cambió cuando se echó novia que, reunida con sus amigas en charlas de tocador, lo elogió con fervor.
-¡¡¡Va lentín, va lentín!!! -Y ante la envidia de las otras, entornó los ojos y se rió por lo bajini. -¡¡Es un sol, ese Valentín!!
ja ja!! Pues al menos una le tenia que salir bien a nuestro querido Valentin !!
ResponderEliminarMuy bueno !!
Besos
El otro día, leí esta entrada y me encantó, intenté dejarte comentario pero no me aparecía la opción para hacerlo. Veo que ahora sí está disponible por lo que aprovecho. Has jugado con la palabra Valentín de un modo gracioso. Así, su vida se fue signando, llevándolo a cargar con un mote que le marcaba el temperamento. Original y divertido!
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