EL MAPA RELACIONAL
No era una persona especial sino un ser normalito que procuraba cumplir sus tareas, no llamar la atención y pasar desapercibido: alumna del montón, pareja de un don nadie y madre de un chaval que solo a sus ojos era el más guapo de todos.
A medida que el niño crecía y ella veía envejecer a su marido, había veces que se sentía sola, como si flotase encima de una nube que había soltado amarras. Le dio por largos paseos y un buen día estaba sentada debajo de un árbol cuya trama de raíces cuadriculaba el suelo del parque, cuando, buscando una forma de sentirse rodeada de amigos, se le ocurrió plasmar su entorno en forma de un mapa relacional y muy pronto aquello se convertiría en una auténtica obsesión.
Compró una cartulina enorme y escribió su propio nombre en el centro de la misma, colocando los nombres de su hijo y de su marido muy cerca y uniéndolos al suyo con unas gruesas líneas. Mientras iba llenando la cartulina con todos los familiares de parte suya y de su marido, se iba acordando de más y más personas que estaban relacionadas con ella, parientes, amigos, conocidos y hasta transeuntes que por alguna razón se habían hecho un hueco en su memoria.
Para mejor aprovechar el espacio escribía con letras menudas y unía los nombres al suyo propio -o a los intermediarios si los hubiera- con finas líneas de conexión. Ya no pensaba en otra cosa: durante el día anotaba en un bloc a los personajes que iba recordando o conociendo y tarde por las noches sacaba la cartulina enrollada que escondía en el último paño de la cortina del salón, la extendía en el suelo, cogía sus apuntes y escribía con rotuladores de diferentes colores para reflejar según un código secreto su sentimiento hacia esas personas. La suya era una caligrafía redondeada y agradable a la vista pero con un poco de malicia colaba errores en los nombres de gente que le desagradaba. Por lo contrario repetía a los que amaba de modo que su hijo aparecía docenas de veces y también nombraba repetidamente a su única hermana que vivía lejos.
Ya no veía la televisión ni leía tampoco, tenía que esforzarse para hacer los deberes con el niño y más de una vez se le quemaba la cena si es que se había acordado de hacer la compra. Sin embargo estaba obsesionada de conocer a gente nueva preguntando a todos por sus nombres. Había añadido cartulinas a los lados de la hoja central y pronto llevaba gastados varios paquetes de rotuladores.
En Nochebuena presentó su mapa al marido y al hijo. Tuvo que sacar los muebles del salón para tener sitio. Su enorme mapa relacional ocupaba toda la estancia y solo cabía un abeto adornado en un rincón. Los dos estaban impresionados y se paseaban en patucos por el mapa. Primero agachados y luego de rodillas buscaron durante casi dos horas a nombres que también ellos conocían y celebraron los hallazgos con risas y palmadas.
Durante la cena, sin embargo, empezaron a cuestionar su proyecto.
-No he encontrado el nombre de mi abuela Sofía.
-Nunca la he visto. Murió antes de que nos conociéramos.
Su marido se encogió de hombros y continuó comiendo.
-Mamá, ¿y mis amigos del cole? Los has visto y hasta han estado en casa pero no están en el mapa.
-No me acordé de ellos, tienes razón, Cariño. Apúntame sus nombres y les buscaré un hueco.
-¿Por qué está mi nombre en tantos sitios?
-Porque eres lo que más quiero en el mundo y te tengo siempre presente.
Su marido la miró de reojo.
-Los colores tienen algún significado, ¿verdad?
Su mirada se posaba en el niño que estaba pensativo mientras revolvía la coliflor.
Ella se llenó la boca. Así no podía contestar.
-No me tomes el pelo.- Su marido se había enfadado de verdad. -Del niño no hablemos, pero tu hermana de azul cielo... ¡la he visto unas 18 veces sin buscar siquiera!
No hubo tiempo para explicaciones. Se levantó y se llevó su plato a la cocina.
Ella acarició el hombro de su hijo.
-Entonces me darás los nombres de la pandilla para meterlos?
-No, Mamá, voy a hacer mi propio mapa. ¿Me das una cartulina y rotuladores?
Se olvidó del postre y se fue a su cuarto.
Ella recogió la mesa y siguió con su tarea en el mapa. Unos días después su marido le pidió el divorcio.
Para viajar de cerca o de lejos, recojan sus mapas en el bloc de Neogeminis.
jajaja vaya a saber de qué color escribió el nombre del susodicho! ajaja
ResponderEliminarTe agradezco por sumarte con tan original relato, Dorotea. Un abrazo
P.d espero tu foto para la tarjeta navideña!
Una obsesión curiosa, como todas con final triste, bueno si le quedaban rotuladores a ella le dió igual. Muy original, abrazos
ResponderEliminarUna historia que enpezó bien y terminó mal. Esta tan bién escrita y es tan original que la adopto, si me dejas. BEsos
ResponderEliminarCon mycho gusto, Montserrat. Un abrazo
Eliminarajajaja, no me extraña, hay adiciones que son sorprendentes cuando dejas de hacer tus cosas cotidianas y ello te falla a la hora de convivir con tu familia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
Pero qué bueno. Esa sinceridad compulsiva de ella, al poner en el mapa, que imaginé ocupando todo el suelo de un salón, es su error. La idea es magnífica, de hecho le niño la adopta, y me pareció excelente. Eso sí, sin exagerar :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Resulta curioso que la evidencia de una relación fallida aunque soportada, venga de la contemplación de un mapa relacional. Denota la ausencia de comunicación durante años.
ResponderEliminarPreciosa historia. Me ha encantado.
Una buena historia de desapego y una cierta tristeza. Lo debió guardar para sí y no enseñarlo. Perdió al marido pero, al menos, tuvo un seguidor.
ResponderEliminarBesos.
Buenísimo tu relato que además de original tiene un trasfondo psico-filosófico. ¡Me encantó el detalle de dónde escondía el mapa! Si que te lo pensaste jajajaja. Completamente entendible que el marido le pidiera el divorcio.
ResponderEliminarBesos, Dorotea
Eh que final! Demasiado celoso el marido pienso. Que linda idea la del mapa del querer, no pondría a la gente que no quiero pero es una agradable idea. Saludos!
ResponderEliminarMuy bueno. Tiene un significativo trasfondo. Volcó prácticamente su vida a ese mapa, y su vida quedó triste y vacía…
ResponderEliminarUn placer leerte, Dorotea.
Abrazos, y feliz fin de semana.
Me ha parecido una historia fantástica y aunque le costara el divorcio, hay que sacarle el lado positivo como es que la tuv entretenida todo el tiempo que estuvo haciéndolo y que hubo quien siguió sus caminos, es más yo incluso he pensado hacérmelo, jajajajaj, de verdad
ResponderEliminarJajaja vaya le costó el divorcio.
ResponderEliminarMuy original tu relato, Dorotea.
Besos.
Me he quedado con la intriga de los colores y su significado, al marido como mínimo le puso el negro. Un relato original y muy bueno. Besos.
ResponderEliminarPara ella hasta sería terapéutico lo del mapa, pero reveló abiertamente su corazón... y le salió caro. Aunque, seguramente fue lo mejor.
ResponderEliminarUn relato muy interesante, que me hizo pensar...
Un beso