UN CHAT CUALQUIERA
Berta Gómez, pasada la posadolescencia,
se estrena haciendo acto de presencia
en un chat restringido de buena gente.
Una amiga le dijo: —Vamos, Berti, vente
sin miedo, somos compis, colegas, amiguetes,
ya verás qué majos, qué buenos rolletes…
Son las tres menos cuarto y el insomnio acosa.
Se apunta, se registra. ¡Parece fácil, la cosa!
Como nombre de guerra se pone ‘Perlita’,
ni sabe por qué ni cómo se quita.
Botones sonrientes la saludan encantados.
Cuando va a contestar, llegan otros invitados,
el griterío se multiplica, docenas de ‘holas’
se cruzan; luego todos van a su bola
y se meten en separados para charla privada.
Berta-Perlita se siente bastante olvidada.
Ya avanza su cursor a la puertica de salir,
cuando aparece El Pirata y comienza a inquirir.
—¿Nueva? ¿Guapa? ¿Joven? ¿Soltera?
¿Libre? ¿Hetero? ¿No serás tortillera?”
—¡¡Nooo!! —responden por su cuenta sus dedos en el teclado.
—¡PUES AUNQUE LO FUERAS ME TRAERÍA SIN CUIDADO!
—escupe en mayúsculas el interlocutor osado,
rubrica con un smiley rojo granate de enfado,
envía un gran trueno y como colofón,
un cuchillo que atraviesa un sangrante corazón.
Berta, de un salto, se aparta con susto;
un ataque de ansiedad alborota su busto,
y mirando la pantalla con repulsión y temor
murmura “Nunca mais” y avanza el cursor…
En ese instante, la saluda muy sonriente
un emoticón que se ríe a mandíbula batiente,
se colorea de arco iris, saca una chistera
de la que salen conejitos, una larga hilera
de blancas mascotas que palidecen,
se convierten en estrellitas y desaparecen.
—¿Qué tal, Perlita? ¿No te habrás disgustado?
Últimamente El Pirata está algo enojado.
Le dejó la mujer y se llevó a su perrita
que atiende, perdón, por el nombre de ‘Perlita’.
¿Sigues allí? ¿Me lees? —y el emoticón
saca unos anteojos y se pone de fisgón.
—Sí, —tiemblan las letras que Berta teclea
que no desconecta porque en el fondo desea
pertenecer a esa guapa gente bloguera,
moderna del chat y de la cyber era…
Y el botón se presenta: se llama Gonzalo,
treinta y nueve, separado, actualmente en paro,
uno ochenta, libros, cine, no fuma, ni bebe…
—Y tú, Perlita, cuenta lo que a ti te conmueve.
Berta-Perlita se lanza, no miente, suaviza
la edad, el color de pelo, el peso… enfatiza
en su soltería, buena cocinera, porque es verdad,
y Gonzalo responde con interés y bondad.
Pasan a un separado para evitar saludos
y comentarios de otros, a veces tan rudos.
Aumenta la confianza, Gonzalo insiste
en ver su foto… Berta-Perlita se resiste.
De pronto, toc-toc, alguien llama al separado
y entra tan fresco porque no estaba bien cerrado.
¡El Pirata! Berta se calla y queda a la espera,
pero él no ha venido para hablar con ella.
—¿Qué haces, Papá? —pregunta a Gonzalo—
Vete ya a la cama o mañana estarás malo.
Tómate la pastilla y el jarabe para la tos,
o Juana se enfadará como siempre con los dos…
Gonzalo, o como se llame, se va sin más.
Berta-Perlita, agazapada, se ha quedado sin gas.
No se lo puede creer, pero claro, Gonzalo se ha ido.
Y El Pirata saca oreja como si algo hubiese oído.
—Lo siento, quien seas, mi viejo duerme poco,
y chatear le encanta, pierde el hilo, se vuelve loco…
—No importa, —responde ella sin pensar que la pantalla
mostrará su nombre de chat al pirata canalla.
—Vaya por dios, ¿otra vez 'mi' Perlita?
Dime al menos si el viejo te tenía contentita.
¿Qué esperaste al meterte con él en un privado…?
Y El Pirata suelta su risa de malvado.
Berta explota, y de los emoticones
elige un botón verde de ojos saltones
que se cae de espaldas, enrojece y vomita.
—Para que lo sepas, ¡yo no soy para nada 'tu' Perlita!
Sí que soy novata, primeriza, ignorante principiante,
y no me imaginé el chat lleno de tipos arrogantes,
maleducados, suspicaces, vulgares y mentirosos,
rarillos como tú ni Don Juanes casposos.
se estrena haciendo acto de presencia
en un chat restringido de buena gente.
Una amiga le dijo: —Vamos, Berti, vente
sin miedo, somos compis, colegas, amiguetes,
ya verás qué majos, qué buenos rolletes…
Son las tres menos cuarto y el insomnio acosa.
Se apunta, se registra. ¡Parece fácil, la cosa!
Como nombre de guerra se pone ‘Perlita’,
ni sabe por qué ni cómo se quita.
Botones sonrientes la saludan encantados.
Cuando va a contestar, llegan otros invitados,
el griterío se multiplica, docenas de ‘holas’
se cruzan; luego todos van a su bola
y se meten en separados para charla privada.
Berta-Perlita se siente bastante olvidada.
Ya avanza su cursor a la puertica de salir,
cuando aparece El Pirata y comienza a inquirir.
—¿Nueva? ¿Guapa? ¿Joven? ¿Soltera?
¿Libre? ¿Hetero? ¿No serás tortillera?”
—¡¡Nooo!! —responden por su cuenta sus dedos en el teclado.
—¡PUES AUNQUE LO FUERAS ME TRAERÍA SIN CUIDADO!
—escupe en mayúsculas el interlocutor osado,
rubrica con un smiley rojo granate de enfado,
envía un gran trueno y como colofón,
un cuchillo que atraviesa un sangrante corazón.
Berta, de un salto, se aparta con susto;
un ataque de ansiedad alborota su busto,
y mirando la pantalla con repulsión y temor
murmura “Nunca mais” y avanza el cursor…
En ese instante, la saluda muy sonriente
un emoticón que se ríe a mandíbula batiente,
se colorea de arco iris, saca una chistera
de la que salen conejitos, una larga hilera
de blancas mascotas que palidecen,
se convierten en estrellitas y desaparecen.
—¿Qué tal, Perlita? ¿No te habrás disgustado?
Últimamente El Pirata está algo enojado.
Le dejó la mujer y se llevó a su perrita
que atiende, perdón, por el nombre de ‘Perlita’.
¿Sigues allí? ¿Me lees? —y el emoticón
saca unos anteojos y se pone de fisgón.
—Sí, —tiemblan las letras que Berta teclea
que no desconecta porque en el fondo desea
pertenecer a esa guapa gente bloguera,
moderna del chat y de la cyber era…
Y el botón se presenta: se llama Gonzalo,
treinta y nueve, separado, actualmente en paro,
uno ochenta, libros, cine, no fuma, ni bebe…
—Y tú, Perlita, cuenta lo que a ti te conmueve.
Berta-Perlita se lanza, no miente, suaviza
la edad, el color de pelo, el peso… enfatiza
en su soltería, buena cocinera, porque es verdad,
y Gonzalo responde con interés y bondad.
Pasan a un separado para evitar saludos
y comentarios de otros, a veces tan rudos.
Aumenta la confianza, Gonzalo insiste
en ver su foto… Berta-Perlita se resiste.
De pronto, toc-toc, alguien llama al separado
y entra tan fresco porque no estaba bien cerrado.
¡El Pirata! Berta se calla y queda a la espera,
pero él no ha venido para hablar con ella.
—¿Qué haces, Papá? —pregunta a Gonzalo—
Vete ya a la cama o mañana estarás malo.
Tómate la pastilla y el jarabe para la tos,
o Juana se enfadará como siempre con los dos…
Gonzalo, o como se llame, se va sin más.
Berta-Perlita, agazapada, se ha quedado sin gas.
No se lo puede creer, pero claro, Gonzalo se ha ido.
Y El Pirata saca oreja como si algo hubiese oído.
—Lo siento, quien seas, mi viejo duerme poco,
y chatear le encanta, pierde el hilo, se vuelve loco…
—No importa, —responde ella sin pensar que la pantalla
mostrará su nombre de chat al pirata canalla.
—Vaya por dios, ¿otra vez 'mi' Perlita?
Dime al menos si el viejo te tenía contentita.
¿Qué esperaste al meterte con él en un privado…?
Y El Pirata suelta su risa de malvado.
Berta explota, y de los emoticones
elige un botón verde de ojos saltones
que se cae de espaldas, enrojece y vomita.
—Para que lo sepas, ¡yo no soy para nada 'tu' Perlita!
Sí que soy novata, primeriza, ignorante principiante,
y no me imaginé el chat lleno de tipos arrogantes,
maleducados, suspicaces, vulgares y mentirosos,
rarillos como tú ni Don Juanes casposos.
A ritmo de su pulso palpita el cursor…
En un instante cambia el emoticón ofensor:
un monjecito se pasea y arrastra cual cadena
de la palabra ‘perdón’ más de una veintena.
Avergonzada, Berta, por su propia reacción
de furibundo y agresivo aprendiz de emoticón,
acepta disculpas y lee explicaciones
que derivan poco a poco hacia otras conversaciones.
A las cinco y cuarto se despiden con besos ya no tan castos;
Berta-Perlita se va al trabajo, El Pirata… a otros pastos.
Hola Dorotea.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato medio prosa, medio poema. Cuántas Perlitas deben ir con cuidado por esos chats...
Muy ocurrente, Dorotea.
Un abrazo.
Maat
Ayyy pobre Perlita! no pegaba una! Cuantas veces habrá pasado esta historia en la vida real no?
ResponderEliminarMe encantó, que bueno que te subiste al bus antes de que termine el sábado con esta historia!
un abrazo Dorotea, siempre es un placer leerte
En casi todos los chats estan los que van de duros y empiezan ofendiendo a la gente, si te amilanas andas lista,pero si les plantas cara, cambian su forma de comportarse, la de veces que lo habre visto yo antes de abandonar para siempre esta modalidad de internet... pero de todo se aprende y de alli tambien nacen bonitas amistades... yo conservo algunas de mi epoca de chats
ResponderEliminar...me interesa bien poco lo que sucede en los chats, pero el relato es fascinante, divertido y con un ritmo facil de seguir retrata una situación internáutica de lo mas creible y natural.
ResponderEliminarFelicidades.
Saludos
Caramba Dorotea,
ResponderEliminarQue bien, me ha encantado tu relato. Y aunque yo no he chateado nunca, supongo que debe ser asi, con gente maja y gente grosera.
Entre lo que mienten y lo que no dicen, que peligro, jajaja.
Genial tu historia de internet.
Un beso
Me encanta.
ResponderEliminarBesotes.
Paola.
Gracias a todos por vuestra visita y comentarios. Creo que el mayor problema de los chats es la máscara que se coloca la gente con esos emoticones y 'nicks' y alias...
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué originales y diferentes han quedado los relatos de este finde. Tu "ripio", como diría nuestra amiga Ysa, ha sido genial.
ResponderEliminarA mí la gente que entra en los chat me causa mucho respeto, a pesar del fantasmeo, porque suele ser gente muy solitaria que ni siquiera sabe lo que busca ahí. Piensan que bajo la piel del mundo está ese agua cristalina y perfecta que no encuentran en la superficie. Y si bien es cierto que, las aguas discurren por todas partes, es más seguro "bañarse" en los arroyos al aire libre, creo.
Un abrazo.
cre0, y n0 p0r ser el ultim0 de la lista que le0, que es un0 d el0s mas trabajad0s, p0r n0 decir que el que mas...
ResponderEliminarn0 se si te sera dificil 0 facil hacer p0esis c0n rima. per0 me parece un trabaj0 de 0sad0s esf0rzad0s y...
sabes, d0r0tea, siempre he tenid0 la palabra chat c0m0 alg0 que quier0 adjetivar negativamente...me gusta mas la palabra messenger...y en esta hist0ria c0n rima, me l0 has c0nfirmad0...ningun chat sera 0bjet0 de mis pasi0nes.
gracias, d0r0tea.
Los chats son muy complicados y no aptos para todos, hace poco una amiga, en su trabajo tenía que realizar una especie de testeo de funcionamiento, entro una mañana, a las 12 de un sábado y dijo que tenía 12 años, contó hasta 30 pantallas, y preguntas como ¿eres virgen? y ... muchas, muchas más.
ResponderEliminarEs un placer leerte, Dorotea
Te dejo un enlace al mío:
http://xqsabes.spaces.live.com/blog/cns!202B4EDE27472E09!10394.entry
Qué bueno, Dorotea, como siempre rizando el rizo.
ResponderEliminarMe ha gustado especialmente ese "nunca máis", juraría que te salió acento gallego.
Un beso.
Tarde pero pasé a disfrutar de este delirante y muy ingenioso aporte a los sábados de Mercedes que veo, este próximo vas a conducir. Veré si me anoto!...será cuestión de tantear si las musas quieren acompañarme!
ResponderEliminarSaludos!