lunes, 10 de noviembre de 2008

DIARIO SIN FECHA NI LUGAR


1º día



No hay cielo que verdee por Levante… solo un camino cuya áspera superficie se resiste a que la luz lo defina del todo. Las nubes, que durante la noche descansaron en tierra firme, se levantan perezosas, cortinas agujereadas por el día. Las vides siguen agazapadas en su terruño, pero las delatan unas ramas aisladas que se perfilan ante el firmamento que no consigue sujetar la penumbra.

2º día

Me despierta el ruido de otro mar cuyas mareas dependen de horarios y semáforos. Es un ronroneo lejano que se calla y vuelve a sonar al dictado de las luces.

(más tarde)

Un rebaño de pinos se junta en la pradera, todos con el mismo pelado impuesto por el viento. Entre sus troncos, arena y tierra; detrás, un cielo gris, pesado, moviéndose.



En la pradera
un rebaño de pinos,
viento en grupa.


3º día

Ruidos en un idioma ininteligible; gritos eufóricos, balanceos alegres, una puerta que se abre y se cierra: la habitación de al lado está de fiesta. Ninguna voz de mujer, lo cual todavía resulta extraño, a pesar de toda tolerancia.



(más tarde)


Ante el paisaje de los cubos de basura abarrotados, la noche traga y escupe de un modo ininterrumpido chicos y parejas y chicas, pero sobre todo hombres jóvenes, niños grandes en ropas uniformes que sortean los contenedores y los adoquines que faltan en el pavimento. Los locales están llenos a reventar o solitarios y en manos de un camarero que limpia vitrinas; hay cafés a oscuras y mesones gallegos atendidos por filipinos. ¡Apaga y vámonos! Los cierres metálicos chirrían y encajan. La noche continúa tras cortinas y en recovecos: quien no tiene casa se pierde.



4º día

Entre los pinos del Despeñaperros hay lápidas de pizarra emitiendo señales de Morse. Tres túneles pasan como tres parpadeos, luego se abre un paisaje juguetón con olivos como bolitas de lana en un jersey desgastado. A vista de pájaro/gusano/pájaro cruzamos la frontera del reino.


(más tarde)


Las nubes suspendidas quedan atrás. Entre caminos encharcados flota un cortijo; sus mástiles, unas palmeras; las ratas tiempo ha que se fueron.




5º día
Cada mañana se reconstruye el mundo: las piezas del caleidoscopio se deslizan, buscan su lugar, configuran dimensiones conocidas. La profundidad de la luz condena las sombras. El orden se establece entre el desasosiego.


(más tarde)

No quedan más que piedras: la casa, caída; el cobertizo, de pie. Un hueco de puerta en medio de colinas. Quédate que todavía hay leña y arbustos y tordos en el cielo.
Entre cardos y surcos, un rebaño de viajeros junto a su autobús averidado, esperando en medio de ninguna parte.


4 comentarios:

  1. Tu ves. Esto es literatura, sin embargo, es dificil definir el término. Me ha parecido elegante y con una sutileza única. ¡Bravo! Precioso.

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  2. gracias,guapa, me has alegrado la mañana, estoy con el lumbago y no puedo casi moverme. un beso

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  3. Dorotea mejórate de ese lumbago!!

    Besos,

    PD: encanto especial le encuentro al escrito.

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  4. Este diario de viaje me parece una delicia. Te sigo y resigo.
    Besos
    Merce.

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