LA HORCA
Nuestra madre –que sin ser mala mujer nunca tuvo buena fama– nos parió a sus únicos gemelos una noche de luna gibosa y ella sola nos crió, al igual que a todos nuestros hermanastros. A mí me colocó a los nueve años de aprendiz de un cestero que solía probar la calidad de sus cañas sobre mi espalda, pero no me importaba porque me alimentaba bien y me permitía ir al mercado de los jueves. A mi hermano, lo metió el cura como chico para todo en su casa donde le tocó pasar hambre y otras penurias. Nos solíamos encontrar de jueves en jueves: él venía a comprar para su amo y yo, a vender para el mío. Fue en invierno, cerca de nuestro quince cumpleaños, cuando lo vi tan desmejorado que, además de compartir como siempre mi merienda con él, conseguí que me contase lo que le pasaba.
Aquella noche fui a la casa del párroco y no esperé a que se desahogara. Lo estrangulé con una caña fina, irrompible como yo bien sabía. Lo vestimos y dejamos en el suelo cerca de la puerta entreabierta. Por la mañana hubo un gran alboroto en el pueblo. Creyendo saber la respuesta, pregunté a mi maestro cuando volvió a la choza donde tejíamos sus cestas.
–Tu hermano gemelo se ha vuelto loco, –respondió taciturno– le ha cortado la cabeza y los genitales al cura y los ha echado en el comedero de la pocilga.
Salí corriendo y antes de llegar a la plaza ya me lo confirmaron los cuchicheos de las comadres. El alguacil había metido a mi hermano en el calabozo y mi madre, que estaba en la puerta dando entre lloros y suspiros el pecho a una nueva criatura, me dijo que era cierto.
Cuando lo subieron al patíbulo, me buscó entre el gentío con una mirada que ya llevaba la muerte dentro. Insinuó una sonrisa.
–Me salvaste, –leí en sus labios partidos– ¡vete!
Año tras año he pasado la noche de ese mismo jueves en la plaza del mercado donde montan la horca. Nunca lo he encontrado entre las sombras que ahí se arremolinan y el aire que les presta voz para contar sus terribles vidas y finales espantosas. Dicen que no regresan los que están en paz.
Qué historia tremenda has hilado a partir de esas pobres vidas que casi nada tuvieron. Sólo el amor inquebrantable entre hermanos sobrepasando a la muerte. Un abrazo
ResponderEliminarVerdadeira ou não, a verdade é que me emocionou ler.
ResponderEliminar.
Cumprimentos poéticos.
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Tremendo por lo creíble, tremendo por el final aunque dejas unos visos a la esperanza. Un abrazo
ResponderEliminarLa crueldad de las personas hacen que otras sean unos depravados, pero también funciona el amor ,para salvar del dolor. Una tremenda historia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Triste forma de quedarse en paz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tremenda historia y muy impactante! Tiene mucha fuerza! Me ha gustado mucho! Un abrazo!
ResponderEliminarQué retrato tan duro y cómo has mantenido la tensión!! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesitos.
Muy duro, pero impecable de hechura.
ResponderEliminarLa paz de los muertos tal vez les deja sin necesidad de ser fantasmas, quién sabe. :-). Un abrazo
tremenda historia aquella del pecado y la venganza que se sirve fria Un abrazo
ResponderEliminardestila todo el texto una crudeza espantosa y natural a a la vez. , todos sus detalles nos vana conducir a un espanto. matan al cura y lo dejan en al puerta , como para que pasen a reogerlo cuando al peste. no sé si quieres trasportarnos a esa epoca, pero es a la que a mi me ha llevado,
ResponderEliminarabrazoo
Terrorífico texto que has sabido llevar hasta el final con una crudeza impensable..
ResponderEliminarAbrazos.
Es muy crudo, más cuando ves una solución como esta... Y la madre generando más esclavos 🤷
ResponderEliminarEso no resta lo magnífico de este relato
Abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTremenda historia que has relatado superbien. Me gustó mucho el ritmo vertiginoso de tu relato.. Lamentablemente me fue imposible participar en tu convocatoria, pero no quise dejar de leerte. Besotes.
ResponderEliminarUn relato excelente, muy crudo, triste y tan real, felicitaciones.
ResponderEliminarPATRICIA F.
He vuelo a leer tu extraordinario relato. Es magnífico en toda su sobrecogedora crudeza. Beso enorme.
ResponderEliminarHola Dorotea. Paso a recordarte que te corresponde conducir el próximo jueves. Un abrazo
ResponderEliminarBueno, esperando que no haya habido motivos graves que te hayan impedido conducir, te aviso que la generosa Campirela se ha hecho cargo de conducirnos esta semana. Un abrazo Doro
EliminarPassando, vendo, relendo, elogiando e, deixando cumprimentos poéticos, bem como,
ResponderEliminar.
“” votos de um feliz domingo de Páscoa extensivo à sua família ””…
Gracias por ser una fuente constante de respuestas a nuestras preguntas más curiosas. ¡Estamos agradecidos por tu sabiduría!
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