A LA VUELTA DE TODO
Ya antes de incorporarse a su empleo, Nuria suponía que la iban a discriminar, y no se equivocó. A pesar de ser bibliotecaria titulada, la destinaron al sótano de los libros parlantes dados de baja por diversas razones. Sin embargo el trabajo en ese departamento subterráneo no la disgustaba: la algarabía de los libros de las plantas superiores llegaba amortiguada por los gruesos muros, y los ejemplares retirados del catálogo no armaban tanto jaleo.
Pronto hizo amistad con novelas maltratadas por equipos electrónicos de lectura; escuchaba pacientemente a enciclopedias que al no haber sido consultadas en décadas soltaban su información desfasada en monólogos susurrados porque les quedaba poca voz; e igual procedía con los libros de texto jubilados por acontecimientos económicos y políticos, pero que no se conformaban con cerrar sus tapas y callar.
En su hora de descanso, se solía reunir con Carolina, que igual que ella había conseguido su puesto a través de la cuota obligatoria para personas multicapacitadas, cada vez más numerosas a partir del año quinientos después del Desastre: Nuria tenía sentido de oído y Carolina podía ver.
Triste futuro el que nos pintas.
ResponderEliminarSaludos.
Pues sin la lectura, el mundo sería mucho peor, estoy segura.
ResponderEliminarLa vida sería menos vida. Un abrazo
El relato está bien construido, con imaginación, creativo pero es triste, especialmente si es un pronostico. Abrazos
ResponderEliminarNos has dejado un futuro incierto, raro y extraño, ojalá no se haga realidad. Que los libros siempre nos acompañen pero no de esa manera y de esas formas.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana.
Los libros parlantes, es una idea muy buena, muy original ideal para desarrollarla.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias por esta interesante propuesta
Bien contado.
ResponderEliminarLa discriminaron pero consiguió algo que le gustaba.
Un pantallazo de una distopia.
Un abrazo.
Ese final lapidario acomoda las piezas de un intríngulis que nos descoloca al principio, para luego sacudirnos con un alerta, posible pero indeseado. Un abrazo Doro
ResponderEliminarQué pena de libros olvidados y cuando pienso en las bibliotecas que se deshacen de muchos títulos porque nadie los pide en préstamo. Lo que se hace con ellos no quiero ni imaginarlo, pero no se guardan en ningún lugar donde gritan sin que nadie les escuche.
ResponderEliminarSiempre libros, por favor.
Un abrazo
Me gusta esa idea de la revolución de los libros y su auto lectura al viento.
ResponderEliminarMe gustó mucho
Un placer leerte
Besos
Una maravilla de originalidad tu relato.
ResponderEliminarNo te tengo que decir que me ha encantado y me hubiera gustado seguir leyendo
Bess