viernes, 10 de agosto de 2018

TATUAJES



Ocho sobrinos, todos varones,
tenía Tomás para repartir sus doblones,
Sorprendedme, dijo, aburridos macacos,
Si no lo dejo todo a un Hotel para Gatos...

Nicolás se tatuó una cara sonriente
en un lugar inocente,
o sea, en el codo derecho.
Al día siguiente le dijo el pariente
que no estaba bien hecho,
que parecía la difunta tía Susana
con resaca y migraña

Entonces se puso una cara de enfado
justo en el codo del otro lado
pero el tío Tomás se burló del dibujo
y dijo: Vaya, mofeta de lujo.

Nicolás se gastó su sueldo y más
a ver si convencía al tío Tomás
con calaveras y horrores
y mujeres a cuatro colores
abrazadas y entrelazadas,
trepando por su espalda,
bajando por su pecho.
Huyendo del tigre del muslo derecho
brincaban gacelas por su pelvis,
en un glúteo, el retrato de Elvis
con letras griegas enfrente,
en cada tobillo, una serpiente...

Mas nada parecía impresionar a Tomás
y no le quedaba piel blanca a Nicolás.
Del disgusto el sobrino empezó a comer,
engordaba y engordaba casi se podía ver
como se hinchaba y los tatuajes se unían
personajes bajaban y pliegues subían
formando monstruos y dragones,
paisajes de campo y nubarones.

Tampoco los demás sobrinos acertaron
con el tío Tomás que despreciaba
todo lo que a él se le dedicara.

Pasó el tiempo y Tomás murió,
bajó al infierno o al cielo subió,
su testamento los herederos buscaron
pero nada de nada en casa encontraron.

Ni joyas tampoco ni billetes ni oro
dos perros desdentados y en una jaula, un loro,
con un papel arrugado donde ponía:
No supe qué hacer, me lo gasté en vida...

3 comentarios:

  1. je, merecido lo tenían los sobrinos especuladores! Muy buena idea para sumarte a este encuentro, Dorotea, excelente y original. Un beso

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  2. Un refrán dice: "Por el interés te quiero, Andrés". Los falsos cariños que enmascaran una ambición sin límites, son merecedores de castigos y escarmientos, no de premios nada merecidos. Por tanto, alabo la decisión de Tomás de gastarse su fortuna en vida dejando con un palmo de narices a sus herederos.
    Un fuerte abrazo.

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  3. Con sobrinos así, el tío Tomás hizo la mar de bien. A mí ne particular no me gustan los tatuajes, o mejor dicho, me encantan algunos dibujos, preciosidades sin dudarlo, pero no en la piel, me gustarían más en grafitis o cuadros, en láminas bidimensionales, digamos.

    Muy buen texto, imaginativo, cadencioso, muy estimulante de lectura. Un abrazo

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