Después de haber intentado negar su existencia durante 50 años, verano más, verano menos, me encontré con él hará como diez años en el campo bávaro. Pasaba en coche buceando con la vista en el verde lustroso de sus bosques saludables, cuando la mano del universo me saco del vehículo y me trasladó suavemente a una pradera.
La hierba me hacía cosquillas en las piernas, mi sentir -bovino de pronto- me empujaba a pastar arrancando flores para masticar, salivar y volver a masticar. El aire que me alisaba el flequillo olía a heno y un sol incierto bajaba por mi lomo como por un tobogán. Supe con absoluta certeza que yo formaba -y sigo formando- parte de un inmenso todo y que mi lugar en el plan maestro es tan insignificante e importante como el de cualquier ruedecilla dentada de un gigantesco engranaje.
Percibí con claridad punzante olores y coloridos; rocé con mi morro el de una compañera que acababa de liquidar una mata de violetas. Aun a sabiendas que aquel no era mi lugar, hubiese querido continuar pastando en ese prado entre árboles. Sin embargo duró poco: en un abrir y cerrar de mis ojos grandes y pacientes, sombreados por largas pestañas, el hálito universal me devolvió a mi asiento donde mi cáscara humana había seguido haciendo compañía a la conductora.
Desde entonces tengo consciencia de Su presencia en la naturaleza y también entre las personas. Está en todas partes y nunca me deja sola. En la retrospectiva reconozco que sin saberlo disfruté desde mucho antes de Su protección y amor, y Le estoy profundamente agradecida.
Esa sensación es la justifica tener un Dios. Dios, es esa sensación que a veces tenemos el privilegio de sentir.
ResponderEliminarun abrazo
Parece sencillo, pero no siempre sabemos captar la sensacion de que no todo depende de nosotros. Abrazos
ResponderEliminarEstá claro Dios es el aquí y ahora.
ResponderEliminarUn abrazo Dorotea.
Maribel
es interesante lo que cuentas, cada persona tiene sus vivencias que influyen en su vida privada y es loable que nos hayas hecho partícipe de ellas.
ResponderEliminarHas juntado Dios y Naturaleza.
ResponderEliminarBesos.
Esa conexión sutil y profunda es la mayor gracia a la que podemos aspirar. Sentirla y ser conciente de ella es prueba de nuestro avance en el crecimiento espiritual. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEsa conexión yo la he sentido más de una vez. La naturaleza justifica su presencia en el silencio, el los olores y los pequeños ruidos de los animales.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Una proyección astral a una vaca! ¿Quien dice que Dios no tiene sentido del humor?
ResponderEliminarUn abrazo.
Ser vaca, pájaro o flor,ser y estar en la naturaleza q nos rodea,sentirnos parte de un todo, para mi es la esencia. Me gustó tu despertar.
ResponderEliminarBesos.
Ser vaca, pájaro o flor,ser y estar en la naturaleza q nos rodea,sentirnos parte de un todo, para mi es la esencia. Me gustó tu despertar.
ResponderEliminarBesos.
Me encanta esta cuenta por su idea, su forma y su gui~no serio, un beso.
ResponderEliminarMe parece preciosa tu experiencia para encontrar a Dios. Besos.
ResponderEliminarEs maravillosa la sensación que describes, tan sintética y sabia, te dejo un abrazo
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