Primavera
El veinte de marzo nos reunimos por la tarde en el bar del Botas, un lugar desangelado con más corrientes que el delta del Ebro. Afuera, la brisa del mar seguía peinando las palmeras con ráfagas de aire frío que olía a sal, peces y agua. Adentro, nadie se había quitado la chamarra ni el jersey ni la bufanda siquiera. Sentados alrededor de unas mesas hablamos de fútbol cuando un golpe de viento abrió la puerta del patio con tal violencia que se rompió el cristal. Al ir a cerrarla, el Botas pisó los añicos y soltó unos tacos, pero luego se quedó quieto mirando por la brecha. En el local iba haciendo cada vez más frío y entre amigos y clientes empezamos a insultarlo: "¡Pasmao, muévete, pon un cartón o una tabla, que nos estamos helando!" Como respuesta abrió la puerta del todo y salió al patio. Anaconda y yo nos levantamos para ver qué pasaba, pero él volvió en seguida. Entre sus manazas trajo una rama del naranjo suyo, desgajada por el viento, y la puso con mucho cuidado en una jarra sobre el mostrador. En cuestión de segundos, toda la tasca olía a azahar. "Ha empezado la primavera", -dijo sonriéndose. El Botas es más feo que Picio pero en aquel momento su cara me pareció hasta hermosa y me olvidé del frío.
Sonidos no olores... en casa de Gus.
Es que ese olor, te hace olvidarlo todo, y aplaudo la reacción del Botas, al menos os hizo callar y disfrutar de ese gran aroma.
ResponderEliminarUn beso
Es que la primavera logra remozar hasta los más feos!
ResponderEliminar=)
Hasta los feos tienen corazón y saben compartirlo.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha parecido que estaba en el bar del Botas de lo bien que lo has explicado.
ResponderEliminarEs que la belleza seguro que habita en el alma... y en ese aroma a naranjos que es preludio de un tiempo que se renueva.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Tengo sobre mi mesa una rama de azahar puesta en un vaso. Hay que olvidarse del viento que la arrancó para embriagarse de primavera y mañana de nuevo peleará el sol.
ResponderEliminarUn beso
Azahar, primavera, Semana Santa... Sea cual sea el motivo, todos comprendemos tanta indolencia con el Botas...
ResponderEliminarCreo que tu relato es un fiel retrato del nacimiento de la primavera, casi siempre un tanto desordenado...
Y seguro que ese airecito frio que entraba por la brecha contribuyó a que el aroma de azahares impregnara el lugar. Qué rico!!!
ResponderEliminarUn beso!
Anda,quedate un rato más que pago una vuelta!
ResponderEliminarbesos
Anda,quedate un rato más que pago una vuelta!
ResponderEliminarbesos
La fealdad del Botas se referiría tan sólo al continente, a la envoltura externa, porque por dentro era un diamante puro.
ResponderEliminarUn abrazo.