miércoles, 20 de marzo de 2013

JEFE, QUE NO VOY A TRABAJAR...



Cariño, hoy no me puedo levantar. Saca tú al perro, viste a las gemelas -no se te olvide quitarles el móvil que la tía Pepa les regaló en Navidad- y llévalas al colegio. ... Y no me digas que si me fui con la Reme y acabé con una mona. Señor, ¡cuánta injusticia hay en este mundo! Cuando llegué a casa de Reme ya iba chunga porque a mediodía tuve que tomarme unas acelgas con tu cuñada Loli que no tenían canas porque la verdura no envejece sino desaparece. Sabían a moho y a arena de río, y cuando pregunté me dijo que se les había inundado el jardín de atrás pero que las acelgas estaban BUENAS y que no la hiciera un desprecio. Al salir pensé vomitárselas en el arbusto de rosas pero ella me estaba observando detrás de la cortina del salón, y para no provocarle otro ataque de pánico como en Noche Vieja, tragué saliva con acelgas y seguí para la casa de Reme. Espera, ¿qué tomé donde Reme? ... No me acuerdo. Una o dos copas de un color y luego unas cuantas de otro. Después fuimos al bar de la esquina porque Reme dijo que no quedaba más licor y -fíjate, qué coincidencia- el camarero estaba haciendo un curso de hostelería a distancia y ayer mismo había recibido el manual de barman. Se puso la mar de contento al tener a dos personas que cataran lo que preparaba en la minipimer. Allí los colores ya se me mezclaron y me tuve que sentar un rato en el suelo. Al levantarme, el bar se tiñó de verde acelga, hasta mi cara en el espejo del baño tenía ese mismo color. Luego, camino a casa, hubo un cortocircuito general y todos los semáforos, en rojo, ¿te lo puedes creer? Pues no les hice ni puñetero caso. De pronto me vino una luz azul, intermitente -¡más molesta para los ojos!- y un señor, de azul también, me dio varios papeles verdes y me obligó a montar en un coche blanco. El sinvergüenza del chófer quiso cobrar por llevarme pero le dije unas cuantas verdades y vomité acelgas en el asiento. Entonces se fue sin más. Por no molestarte, amor mío, ya que la llave no entraba en la cerradura, entré por la puerta de la terraza y me eché aquí en este sofá tan incómodo. Bueno, ya sabes todo, vuelve a taparme, ay, y llámale a mi jefe para decirle que tengo farrangitis, jeje, ya me entiendes, ¿no? ...farra...farrangitis y que no voy a trabajar. ...¿Que cuál es el número? Pues, aquí, en mi agenda, pásame las gafas que están en la mesita. ... ¡Oiga, usted no es mi marido! ¿Qué hace en mi casa...? ¡Anda, pero si esta casa tampoco es la mía!

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14 comentarios:

  1. jajaja! menudo cuete!Creo que debe de estar vomitando acelga aún... hasta me ha pasado el mareo y todo! Pobre, un remojón y un café cargado necesita, claro, luego de saber dónde anda parada!
    Muy divertido!
    Besos!
    Gaby*

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  2. Qué buen final! Y el principio y los medios porque el relato no tiene desperdicio. Menuda la "tajá" que cogió la muchacha y después de aquellas acelgas mohosas. No me extraña que las llaves no encajaran. El tema da para una buena comedia.

    Un beso.

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  3. Mala cosa mezclar, lo peor las acelgas, seguro, con licores mixturados por novatos barmans. Lo mejor el final de comedia divertida, vista doble y no encajan las llaves, lógico. Espero que el señor desconocido tenga café cargado y que sea amable y llame al trabajo, lo de las gemelas y el paseo al perro queda en el aire, para cuando se pueda.
    Excelente, jocoso, comprensible, muy divertido. Besito.

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  4. Pues menuda gresca se corrió la muchacha. Uf, eso me recuerda a la vida universitaria y, curiosamente, también era en jueves, aunque de noche.

    Un beso

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  5. jejeje creo que tu protagonista va a tener que dar muchas explicaciones, menuda nochecita. Me gustó mucho, ágil, divertido e intrigante. Un besote

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  6. Uf, qué mal se le va a quedar el cuerpo. En casos así, el día de descanso es imprescindible.

    Saludos!

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  7. jajja esa sí que estaba tomada! jejeej...no sólo se equivocó de casa, sino también de marido!
    Un abrazo

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  8. Pues fue una farrangitis tremebunda!!!! lo que no se si le valió la pena, no se le nota muy divertidad, pero estas cosas son así... al otro día....

    Muy divertido Doro, al menos para nosotros que lo vemos desde aquí.

    besos

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  9. Divertidísima historia en la linea de las mejores comedias de enredo. No tiene desperdicio ni en el principio con esa delegación de funciones, ni en el desarrollo, de la mano de esas acelgas de salubridad sospechosa, convertida más tarde en conejillo de indias de un barman novato, ni en el desenlace, con esa llave que no entra, ese marido que no es el suyo y esa casa que tampoco lo es. Me ha encantado.
    Un abrazo.

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    1. Permíteme Dorotea que aplauda este comentario de Pepe que hace honor fino a tu escrito, besos.

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  10. Divertida y bien contada.
    Seguro que fueron las acelgas.

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  11. Relato para sacar algunas conclusiones. La primera, que las comidas en casa de las cuñadas, cuando mas tarde y nunca mejor, todas son unas asesinas. Sólo se salvan aquellas que te dejan vomitar en sus rosas, por qué, ¿qué son unas rosas comparadas con la familia?
    En segundo lugar, en esas maravillas circunstancias, tanto el señor de azul del coche de las luces azules, como el del coche blanco como el del propietario que casualmente estaba donde no debía estar, tienen que entender que hay que facilitarle las cosas a una victima de tales circunstancias. En fin que este mundo es muy cruel con los inocentes farreros.

    Muy bueno.
    Besos

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  12. te añado al club de pepe, de ...joderse, con mi memoria se me han olvidado los otros dos...pero eso, que te añado a ese club.
    gracias por la sonrisa.
    medio beso.

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  13. jejejeje Dorotea me ha parecido divertidísimo, la he visto comiendo acelgas, con su amiga tomando liquidos de colores variados y tirada en el sofa ¿del vecino? ajajaja, muy bueno.
    Un abrazo.

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