miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL CONCURSO





No presté mucha atención a lo que mi primo Andro decía por teléfono. Más bien le contesté algo cortante porque esperaba otra llamada, la de una buena amiga que iba a visitarme para relajarse. A esta hora inoportuna, Andro me llamó muy nervioso; su tartamudeo, reforzado por la agitación, hacía que pronunciara peor que nunca. Al rato comprendí que iba a traerme un televisor que se había encontrado en el almacén que vigila por las noches, o lo había guardado allí una noche después de encontrarlo. Sin hacer caso a mis negativas, se presentó veinte minutos después de colgarle yo el teléfono porque no quise que me siguiera leyendo el folleto del televisor en checo ni en malayo.

El envoltorio, que mi corpulento primo subió jadeando por las escaleras, no prometía nada bueno: cartón deformado, aristas dobladas… Sin embargo cuando sacamos el aparato, lo montamos en su pletina base  –giratoria por cierto– y lo colocamos en la mesa baja delante del sofá, resultó ser una elegante pantalla superplana con entradas para conectores de todo tipo y una hilera de lucecitas LED.

Mientras Andro lo enchufó, hurgué en el cartón destartalado.
–No trae mando, listo, –dije impaciente– ya te lo puedes llevar… Nunca he visto un modelo de esta marca... Por cierto, ¿qué marca es? ¡Si no tiene ni marca!

–V-v-v-va sin m-m-m-mando, –Andro tartamudeaba mordiéndose la lengua– M-m-m-m-marcha con la voz. ¡Há-há-háblale!
Su ojo derecho, vago desde el Preescolar, se desvió hacia mi cocina americana. –¿T-t-t-tienes una c-c-c-cervecita?

Fui a buscar unos botellines y no escuché más lo qué decía. Cuando volví, estaba iluminada la pantalla y un locutor calvo movía los labios.

–Dale voz, –dije y le pasé una botella.

–¡No son horas para tomar cerveza!

–Deja de hacerte el gracioso, si tú mismo me la has pedido, –Me senté a su lado en el sofá– Y cambia de canal que no soporto las noticias.

La cara del locutor aumentó de tamaño como cuando la cámara hace un zoom exagerado. Podría haber contado los pelos de sus cejas.

–¿A dónde me has traído, Andro? –preguntó el calvo– Será pariente tuyo, tiene los mismos párpados caídos que tú. Argh, ¡¡qué asco!!

Un chorro de espuma y cerveza se había escapado de mi boca dando a parar en la pantalla.

–N-n-n-no son n-n-n-noticias, –me advirtió Andro mientras lo limpiaba con la manga de su sudadera– es un c-c-c-concurso. Anoche lo estuve v-v-v-viendo durante horas. El p-p-programa entra en la casa de la gente y c-c-c-cambia su… su...
Cerró el ojo menos vago y tragó saliva: –…i-den-tidad.
Satisfecho se tomó el botellín de un trago.

Ante la mirada atenta del locutor, Andro me explicó a trompicones en qué consistía el concurso  Como era de esperar no entendí nada. Al rato, el de la tele empezó a menear la cabeza.

–¿No ves que no se entera? Primo tuyo tenía que ser…

No hablaba con la voz de Andro ni tartamudeaba.

El zoom de la pantalla había aumentado aún más y uno de los ojos del locutor llenaba toda la pantalla mirándome fijamente, sin pestañear. De hecho, el ojo no tenía ni pestañas.

–Vengan, colocarse uno por cada lado del televisor. Tú, delante de la pantalla, –Un dedo enorme me señaló a mi– Y tú, Andro, por el otro. Vamos, que hay gente esperando turno.

Andro se sentó enfrente y el televisor quedó entre ambos. Tenía la pantalla delante de mí y me fijé muy bien porque, ¡qué pasada!, seguro que era una c-c-consola ina-ina-inalámbrica de la última generación. La imagen del locutor se hizo borrosa, blanquecina y finalmente no hubo nada sino un panel en blanco con un pequeño logo a la derecha.

–“En la p-p-piel del o-o-o-otro” –leí con cierta dificultad notando que me dolía la cabeza.

Sonó el teléfono fijo; mi primo se levantó como si estuviera en su casa y cogió el auricular. Escuchó durante unos segundos sonriendo y ruborizándose. Finalmente contestó.

–Vente cuando quieras, cariño. Estaré solo. Andro está a punto de irse.



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6 comentarios:

  1. Diabólico y terrorífico comedor suplantador, ¿así acabaremos? deglutidos por el aparato, todo puede ser, apago.
    Doro, relato genial que me ha tenido cautivada y tartaja asombrada. Besito.

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  2. aj..vaya con el aparatejo!...si será perverso!...y tu primo, jajaja...un astuto aprovechado!jajaja
    Muy bueno!
    =)

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  3. Puede parecer ciencia ficción, pero es seguro que hacia eso nos encaminamos. La televisión interactiva comienza a ser un hecho. Lo siguiente es que estemos bajo el ojo del Gran Hermano, colándose en nuestra vida y que cualquiera pueda suplantar nuestra personalidad, después de que hayamos sido abducidos por el dichoso aparatejo. El primo parece que se lleva la mejor parte.
    Un abrazo.

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  4. Señor!!!! menudo programa y menudo primo. No se yo si algo así algun día...
    Un abrazo.

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  5. Sorprendente relato. Me ha gustado.
    Saludos!

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  6. si hay algo que me gusta de este relato, y claro está, lo debo de comparar con lo leído hasta ahora de nuestros compañeros y del mío propio, es su originalidad...hay una peli, la estaba buscando, pero no recuerdo su título, que tiene estos mismos basamentos. japonesa ella creo recordar. mala como casi todas las pelis de terror japonesas. mucho mejor esta forma tuya de exponerla...
    medio beso...

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