jueves, 11 de octubre de 2012

La quinta generación



La quinta generación

Por la mañana le llamó su madre para anular el almuerzo en familia que iba a celebrarse aquel domingo; el hijo no contestó ni se presentó a la hora prevista. A media tarde un amigo en apuros  intentó localizarlo repetidamente sin conseguir que respondiera. Un rato después, su ex quería desahogarse y estuvo marcando su número varias veces sin éxito alguno. Ya de noche, un compañero de trabajo iba a invitarle a cenar. Pero entonces -como consecuencia del deterioro del implante microscópico que llevaba detrás de la oreja- la señal de llamada había cambiado al pitido de estar comunicando. Fue de madrugada cuando cesó toda actividad de su cerebro que hasta entonces había alimentado su teléfono japonés de quinta generación.


Para otras llamadas, marquen el número siguiente...

2 comentarios:

  1. Falta poco para que lleguen a implantarnos ese tipo de aparatos, hasta al punto de mimetizar nuestro cerebro con ellos!
    =)

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  2. Mientras llega, que igual llega, disfrutemos de nuestro pensamientos libres. uf!! que vértigo me da esa idea...
    Muy bueno Dorotea. Un abrazo.

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