lunes, 2 de agosto de 2010

LOS PELIGROS DE LA LETRA 'L'


Siempre que no estuviera enamorada, y la vida le concedió largos descansos de ese estado emocional, ella lo entendía todo: desde el idioma materno suyo, pasando por lenguas que había aprendido a lo largo de los años, e incluso –por mera intuición– el lenguaje japonés de gestos, los silbidos de pastores canarios, los chasquidos de bosquimanos…

Aquella tarde fatídica, sin embargo, iba a salir cuando llamó a su puerta una visitadora comercial con la intención de ofrecerle una enciclopedia multilingüe. Introduciendo un minúsculo pie en el umbral, la vendedora le soltó a quemarropa una repetitiva vorágine verbal que había memorizado en dos seminarios crueles de perfeccionamiento. La lingüista, que tenía prisa por ir a reunirse con una persona muy especial, respondió con ironía y burla y de paso señaló un error de imprenta en la página tropecientos del tocho de papel cuché. Acto seguido, se dio media vuelta y cogió sus llaves para dar a entender que la entrevista había terminado. Cuando sus ojos se encontraron en el espejo del recibidor con la mirada opaca de la joven que al percibir en este piso el olor a libro leído se había hecho justificadas ilusiones de una venta importante, sus sentimientos centrados en su cita le impidieron interpretar el alcance del odio y la decepción de la chica. Tampoco tuvo agilidad suficiente para esquivar el obús de kilo y medio que le partió una vértebra imprescindible. Se derrumbó sin más, sin gritar siquiera, y al despedirse sus ojos de las lecturas de este mundo, un amago de sonrisa relajó sus facciones: el tomo que se había convertido en arma letal incluía la ‘L’ de Lengua, Letra y Lingüística. Lástima.

9 comentarios:

  1. ¡Madre de Dios!, que agresivos se están volviendo los vendedores... Geneial, Dorotea, como siempre. Esperaré a ver por el ojo de la mirilla para comprobar los ánimos de la letra "L" antes de abrir.

    Bikiños, frescos como las brisas atlánticas.

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  2. Muy bueno, Dorotea. Y es que ya está visto que en los tiempos que corren no hay que abrirle la puerta a nadie, y menos aún si vemos libros, muy sospechoso...
    Un abrazo,
    Ramón

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  3. Vaya!...a esa vendedora se le olvidó toar el curso de buenos modales antes de lanzarse a las calles a vender enciclopedias! jajajajja

    ...y para la víctima, por lo menos le quedó el consuelo de morir a consecuencia sus propios intereses!!! jejejeje


    Un abrazo.

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  4. dorotea, podria lamar a tu casa para intentar hacerte de mi secta???
    ahh, aun no se que nombre tiene mi secta ni si sera amante de un dios o de un diablo...
    pero...y mira tu por dnde...podriamos discutirlo...prometo no enviarte a los cielos ni a infierno
    besossss...

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  5. Realmente impactante la lectura de tu microrelato. Transmites tanto y tan concentrado, que siempre es una delicia leer y recrear lo que cuentas.
    Besos.

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  6. Sí que era peligrosa la letra L, sobre todo en según que manos.
    Genial, Dorotea.
    Un beso.

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  7. ¡El libro como arma de destrucción!
    ¡Que bárbaro escrito!

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  8. Hola, Dorotea. Soy Fran, tu compañero del taller "Palabras del escritor" de Ricardo Guadalupe, en Arroyo de la Miel. Permíteme decirte que me encanta cómo escribes. Soy fan tuyo. Como persona eres genial, y escribiendo, una maestra. Enhorabuena.

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  9. Hola, como estas ???
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    Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
    Exitos con tu página.
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