Recital literario de Antonio Rodríguez Menéndez
en la biblioteca municipal de Arroyo de la Miel
LOS GIRASOLES CIEGOS de Alberto Méndez
17 de Octubre de 2008
Siempre he pensado que no me gustaba escuchar durante mucho rato lo que otra persona me leía en voz alta. ¡Qué equivocada estaba! Anoche, en la Biblioteca de Arroyo de la Miel, Antonio Rodríguez Menéndez me leyó durante más de dos horas un relato sobrecogedor del libro “Los girasoles ciegos”, y digo que me lo leyó porque a pesar de que hubo una treintena de personas escuchando —con el ruido de fondo que eso crea— tuve la impresión de que me lo estaba leyendo a mí personalmente.
Introdujo la lectura con una breve observación sobre la necesidad de actuar como un bisturí eléctrico, o sea, abrir y cauterizar a la vez, cuando escribimos o leemos y también cuando nos hablamos los unos a los otros. Identificó las distintas voces del relato por el estilo de letra con el que aparecen en el libro: cursiva, negrita, normal… y a partir de entonces nos permitió seguirle, escucharle, ‘respirarle’ a nuestra manera. La historia se desarrolla entre el arrepentimiento de un ex diácono, la seriedad del narrador omnisciente y los inevitables toques de humor cuando se refleja la visión de Lorenzo, un niño de postguerra, que vive tanto el silencio que las circunstancias imponen en su casa, como la rivalidad y complicidad que existe entre los compañeros de juego, y la disciplina del colegio y la persecución a la que se ve sometido por uno de los profesores, un diácono que a la larga resulta estar enamorado de Elena, la madre de Lorenzo, y que provocará el desenlace cruel y al mismo tiempo misericordioso del cuento.
Transmitiendo el enorme contenido dramático del relato sin teatralizar, sin gesticular más de lo imprescindible, el narrador, Antonio Rodríguez Menéndez, buscó de vez en cuando la mirada cómplice de los oyentes vinculando la fantasía de cada uno a la lectura y al texto. Así nos tuvo pendientes hasta el último renglón de la obra. Cuando llegó el final, hubo un silencio denso y expectante. Hubiéramos querido pedirle que no diera por terminado el cuento, pero tuvimos que aceptar lo inevitable: aplaudimos y el recital se acabó.
Ahora sé que me gusta, y mucho, que me lean. Que me lean de esa manera vinculante, dirigida íntimamente a mí, a la mujer de al lado y al chico de la primera fila. Y espero que pronto alguien vuelva a dedicarme el contenido y la belleza de un texto tan hermoso como “Los girasoles ciegos”. Gracias, Antonio.
Antonio Rodríguez Menéndez es actor, director de teatro, dramaturgo y profesor en el Teatro Estudio Tuzla. En 2003 funda el Proyecto Fahrenheit 451 (las personas libro) y la Escuela de Lectura de Madrid.
Enlaces: http://www.personaslibro.org/
http://www.escueladelectura.com/
en la biblioteca municipal de Arroyo de la Miel
LOS GIRASOLES CIEGOS de Alberto Méndez
17 de Octubre de 2008
Siempre he pensado que no me gustaba escuchar durante mucho rato lo que otra persona me leía en voz alta. ¡Qué equivocada estaba! Anoche, en la Biblioteca de Arroyo de la Miel, Antonio Rodríguez Menéndez me leyó durante más de dos horas un relato sobrecogedor del libro “Los girasoles ciegos”, y digo que me lo leyó porque a pesar de que hubo una treintena de personas escuchando —con el ruido de fondo que eso crea— tuve la impresión de que me lo estaba leyendo a mí personalmente.
Introdujo la lectura con una breve observación sobre la necesidad de actuar como un bisturí eléctrico, o sea, abrir y cauterizar a la vez, cuando escribimos o leemos y también cuando nos hablamos los unos a los otros. Identificó las distintas voces del relato por el estilo de letra con el que aparecen en el libro: cursiva, negrita, normal… y a partir de entonces nos permitió seguirle, escucharle, ‘respirarle’ a nuestra manera. La historia se desarrolla entre el arrepentimiento de un ex diácono, la seriedad del narrador omnisciente y los inevitables toques de humor cuando se refleja la visión de Lorenzo, un niño de postguerra, que vive tanto el silencio que las circunstancias imponen en su casa, como la rivalidad y complicidad que existe entre los compañeros de juego, y la disciplina del colegio y la persecución a la que se ve sometido por uno de los profesores, un diácono que a la larga resulta estar enamorado de Elena, la madre de Lorenzo, y que provocará el desenlace cruel y al mismo tiempo misericordioso del cuento.
Transmitiendo el enorme contenido dramático del relato sin teatralizar, sin gesticular más de lo imprescindible, el narrador, Antonio Rodríguez Menéndez, buscó de vez en cuando la mirada cómplice de los oyentes vinculando la fantasía de cada uno a la lectura y al texto. Así nos tuvo pendientes hasta el último renglón de la obra. Cuando llegó el final, hubo un silencio denso y expectante. Hubiéramos querido pedirle que no diera por terminado el cuento, pero tuvimos que aceptar lo inevitable: aplaudimos y el recital se acabó.
Ahora sé que me gusta, y mucho, que me lean. Que me lean de esa manera vinculante, dirigida íntimamente a mí, a la mujer de al lado y al chico de la primera fila. Y espero que pronto alguien vuelva a dedicarme el contenido y la belleza de un texto tan hermoso como “Los girasoles ciegos”. Gracias, Antonio.
Antonio Rodríguez Menéndez es actor, director de teatro, dramaturgo y profesor en el Teatro Estudio Tuzla. En 2003 funda el Proyecto Fahrenheit 451 (las personas libro) y la Escuela de Lectura de Madrid.
Enlaces: http://www.personaslibro.org/
http://www.escueladelectura.com/
Yo hice ese taller y recuerdo algunas cosas que nos explicó Antonio. Una de ellas es eso de respirar las palabras y pasear la vista por el lector, pero no a saltos, sino tratando de envolverle y haciéndole cómplice de lo que se le cuenta.
ResponderEliminarMe alegro que pasaras una buena tarde de Biblioteca y la hayas compartido aquí.
Besos,
Merce