Lazos de acá, raíces de allá, en medio el intento de fijar con palabras, pinturas y arcilla, impresiones y momentos para recordar y compartir.
martes, 19 de febrero de 2019
JE T'AIME... MOI NON PLUS -50 años escuchando una canción-
HAMMAMET, 1969
El restaurante estaba cerrado: un vasto espacio en penumbra apenas iluminado por unas bombillas; sus paredes desconchadas mostraban capas de pintura beige y marrón como fondo de incontables sillas blancas de terraza de verano, estas últimas apiladas en los laterales. En el centro se abría un vacío alrededor de una mesa grande con unas cuantas sillas. Llegamos a altas horas de la noche, después de atravesar la nada por un camino de tierra. El coche era un cuatro latas destartalado y nuestros acompañantes tres jóvenes tunecinos que trabajaban en el hotel donde nos alojamos. Su tío, un hombre mayor corpulento y canoso, nos estaba esperando.
Repartieron vasos con coca cola y ginebra, y mi hermana y yo, turistas alemanas rubias y rollizas, brindamos con nuestros anfitriones. Hablamos por signos y utilizando retazos de varios idiomas; nos reímos y sentimos cómo el alcohol disolvía nuestras preocupaciones acerca del lugar solitario y la hora intempestiva...
Poco a poco sin embargo todo quedó en silencio: a nosotras la bebida nos dio sueño; los chicos que fumaban una cachimba tenían las mejillas encendidas y nos lanzaban miradas esquivas bajo párpados casi cerrados. El tío bebía vaso tras vaso de whisky con hielo cuyos cubitos crujían al derretirse. En algún momento él chasqueó con la lengua y uno de los muchachos se levantó a trompicones para conectar un radiocasete que estaba en el mostrador.
La canción prohibida llenó el local con sus acordes simples, repetitivos; la voz ahumada de Jane Birkin se deshizo en gemidos, su compañero dio el contrapunto ronco y desgarrado, y una y otra vez resonó ese 'moi non plus' quebrado y misterioso. Mi hermana y yo escuchábamos hechizadas, suspendidas en una burbuja de tiempo entre gente desconocida que se estaba quedando dormida sobre la mesa.
Pasaron horas hasta que el tío llamó con unas palmadas a un camarero que estaba acostado detrás del mostrador y le dio las llaves del coche. Nos despedimos y salimos. Afuera ya se veía, estaba amaneciendo y un inmenso cielo turquesa aclaraba encima de las dunas y el mar.
Sin hablar el chico nos llevó al hotel, dio la vuelta en la esplanada y desaparició en una nube de polvo. Una vez recuperado, el silencio traía el eco de las voces de Jane Birkin y Serge Gainsbourg: dulces suspiros y gritos sensuales y así hasta el día de hoy siempre que estoy cerca del mar.
Se escucha la canción en el blog de Max Estrella
Las canciones siempre nos traen buenos recuerdos y algún momento especial ..y está desde luego deja huella .
ResponderEliminarUn buen relato amiga .
Un abrazo y feliz noche.
Cuando un recuerdo tiene música es que tuvo significado. Un relato estupendo , te mando abrazo
ResponderEliminarBuena y descriptiva historia. Deja un halo de sensaciones que envuelve.
ResponderEliminarUn placer leerte, querida amiga.
Abrazo grande, y feliz tarde 😘
Qué recuerdos que nos taren las canciones, ¿verdad?. Un buen texto, que remonta, desde la playa, a un tiempo concreto y una noche especial
ResponderEliminarMuy buen texto. Un abrazo
Raro que con esa canción de fondo y ese alcohol en el cuerpo, tus protagonistas no tuvieran más historias que contar, jejejeje
ResponderEliminarCon esta canción es dificil no dejarse llevar.
ResponderEliminarUn abrazo
Todo lo describes con una belleza que entran unas ganas enormes de estar en ese lugar. Me ha encantado por lo que explicas y por lo que trasmites, besos.
ResponderEliminarComo dicen todos y me uno a ello...es dificil escuchar esa |sin dejar volar la imaginacion...bssss
ResponderEliminarLei la historia del tema y la censura que padeció. Muy propio de la época. Un abrazo
ResponderEliminarUn bello momento que se revive constantemente
ResponderEliminarAbrazos
Me da la impresión de que la protagonista recurre a una elipsis en lo que cuenta, que hay algo que omite contar. Algo incentivado por el ambiente, por la canción de fondo, por el alcohol que disolvió preocupaciones. Y que está contado de una forma que permite intuirlo, lo que es un hallazgo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dicen que las canciones son como los perfumes, que siempre evocan un momento pero en esta historia hay algo más que una canción o un perfume... hay un trance aunque no sé si es la canción o la tomadura que lleva el cuerpo :-)
ResponderEliminarUn beso.
Es la historia de algo que, dándose todas las ccondiciones ambientales para que sucediera, al final no sucedió.
ResponderEliminarNo sé si en esas circunstancias con semejante ambientación musical y etílica, yo hubiera optado por dormir sin tan siquiera intentar entablar una situación de complicidad.
Un fuerte abrazo.
Me encantan los giros en los relatos y, en este caso, no iba a ser menos. Pero sobre todo lo bien que están escritos siempre tus historias y cómo te envuelven. Gracias y gracias por participar en la convocatoria.
ResponderEliminarBesos