EL CUADRO CAMBIADO
A la hora de cierre del museo, el ladrón se camufló entre cachivaches del sótano. Dos veces pasó Maurice, el guarda, por su lado sin verlo, luego se fue escaleras arriba para cenar en el despachito al lado de las salas de exposición.
Media hora después Maurice volvió a ponerse en marcha. Orgulloso de ser el paladín de tales maravillas acarició con su linterna brevemente las obras maestras que encontró en su ronda: Degas, Gauguin, Cezanne, van Gogh...
Temblando volvió sobre sus pasos pero no se había equivocado. Faltaba su cuadro favorito del genio holandes. ¡Había desaparecido "La habitación de Arlès"!
Maurice, apoyado sobre la pared, sacó el pastillero para calmar la taquicardia que le subía por la garganta. Tragó la medicina con saliva y dejó que su mirada regresara otra vez al sitio. Parpadeó y se quitó las lágrimas con el dorso de la mano. Poco a poco vió unas líneas que se juntaron para formar una torpe réplica del cuadro robado. La burlesca sustitución terminó por sacarlo de quicio y empezó a correr por los pasillos del museo dando unas grandes voces:
Maurice, apoyado sobre la pared, sacó el pastillero para calmar la taquicardia que le subía por la garganta. Tragó la medicina con saliva y dejó que su mirada regresara otra vez al sitio. Parpadeó y se quitó las lágrimas con el dorso de la mano. Poco a poco vió unas líneas que se juntaron para formar una torpe réplica del cuadro robado. La burlesca sustitución terminó por sacarlo de quicio y empezó a correr por los pasillos del museo dando unas grandes voces:
"Cabrón, ¿qué has hecho con los muros lila pálido, el suelo de rojo gastado y apagado, las sillas y la cama amarillo de cromo, las almohadas y la sábana verde limón muy pálido, la manta roja sangre, la mesa de aseo anaranjada, la palangana azul, la ventana verde..?"
De pronto le fallaron las piernas y cayó al lado de la puerta de entrada donde un martillo abrió una brecha en su cráneo. Mientras el ladrón rebuscaba en el bolsillo de Maurice para sacar la llave maestra, la cara del guarda estaba cada vez más pálida y tanto su uniforme anaranjado como el suelo se tiñieron de rojo, esta vez de rojo sangre brillante y sedoso.
Seguimos en el blog de Demiurgo.
Esta entrada la ha hecho el vigilante, que observador, que memoria, que amor por su trabajo. Mi aplauso para ti lo has transcrito estupendamente jeje. Un abrazo y de verdad el aplauso es sincero me ha encantado
ResponderEliminarSiempre me sorprende las diferentes lecturas que se pueden hacer de un mismo cuadro, lo digo porque yo elegí el mismo dibujo y no tiene nada que ver tu relato con el mío: es la magia de la escritura.
ResponderEliminarEstá claro que ese ladrón no es como Duality. Ella no le hubiera hecho daño al guardia de seguridad.
ResponderEliminarBien contado.
Gracias por sumarte.
Un abrazo, Dorotea.
Yo tambien he elegido este dibujo, pero mi vision ha sido distinta.
ResponderEliminarBeso diferente.
Ay, me encanta esa referencia a Van Gogh, pues (creo que lo he comentado en otro blog que también ha elegido el mismo dibujo) la habitación que ha dibujado Demiurgo me recuerda mucho a su obra.
ResponderEliminar¡Besos, Dorotea!
Un paralelismo entre pintura y pintura. Menudo ojo el del atracador y menuda imaginación la tuya. Me ha encantado, sinceramente.
ResponderEliminarBesos.
A pesar del toque sangriento,me reído al imaginar la sensación de ver un cuadro de Van Gogh sustituido por el otro... muy buena historia, felicidades por tu ingenio..
ResponderEliminarHoy estoy de exposiciones de arte plasmada entre colores y letras. Estoy encantada.
ResponderEliminarY en tu relato, sin darse cuenta, él era el otro yo de su obra de arte favorita. Un lienzo negro teñido de los colores que amaba.
Un beso enorme y nos vamos viendo.
Atrocidades que suceden inspiradas por los inspirados dibujos demiurguísticos.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Besos
Me encató tu historia. amiga Dorotea. Llana y completa sin subterfugios ni mundos extraños. un abrazo.
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